Feliciano Padilla Chalco (Puno – 1944), cuya primera novela, ¡Aquí están los Montesinos! (San Marcos, 2006), lo convierte en uno de los escritores puneños más elogiados por la crítica tanto regional como nacional.
En estos nuevos relatos, además, Feliciano Padilla se sumerge completamente en el universo de sus personajes, hablando como ellos y apelando a su esquemática forma de pensar (llena de prejuicios y lugares comunes), llegando así a un neorrealismo-urbano.
Y aunque la carátula y el título del libro hagan pensar en la violencia política de las décadas pasadas, ese tema sólo aparece en algunas calandrias reales. Lo que sí es una constante asimilación es el cambio de voces, de tercera a primera persona, a través de sutiles racontos.
Hay muchos aspectos que destacar en esta novela: su carácter testimonial, la correcta integración de la violencia política a la temática de la narrativa urbana, lo logrado de los personajes (en algunos de los cuales encontramos tanto el heroísmo más elevado como una cierta promiscuidad del Alancho) o lo cuidadoso del lenguaje acendrado y el acertado manejo de la trama, en la que las diversas versiones de los hechos dan lugar a interpretaciones completamente diferentes.
Su eje temático social gira en torno a la visión realista de la violencia en tres sentidos: la del hacendado, la del campesino y la de la gendarmería oficial que defiende los intereses del gobierno y apoya al hacendado y va en contra de los intereses del campesino. Asimismo, provoca, en este somero comentario, destacar dos aspectos más: la estructura de la misma, el cómo ha sido elaborada, y ahí, el punto de vista del personaje que narra, así como la expresión diáfana con el cual se construye el universo de la novela.
En estos nuevos relatos, además, Feliciano Padilla se sumerge completamente en el universo de sus personajes, hablando como ellos y apelando a su esquemática forma de pensar (llena de prejuicios y lugares comunes), llegando así a un neorrealismo-urbano.
Y aunque la carátula y el título del libro hagan pensar en la violencia política de las décadas pasadas, ese tema sólo aparece en algunas calandrias reales. Lo que sí es una constante asimilación es el cambio de voces, de tercera a primera persona, a través de sutiles racontos.
Hay muchos aspectos que destacar en esta novela: su carácter testimonial, la correcta integración de la violencia política a la temática de la narrativa urbana, lo logrado de los personajes (en algunos de los cuales encontramos tanto el heroísmo más elevado como una cierta promiscuidad del Alancho) o lo cuidadoso del lenguaje acendrado y el acertado manejo de la trama, en la que las diversas versiones de los hechos dan lugar a interpretaciones completamente diferentes.
Su eje temático social gira en torno a la visión realista de la violencia en tres sentidos: la del hacendado, la del campesino y la de la gendarmería oficial que defiende los intereses del gobierno y apoya al hacendado y va en contra de los intereses del campesino. Asimismo, provoca, en este somero comentario, destacar dos aspectos más: la estructura de la misma, el cómo ha sido elaborada, y ahí, el punto de vista del personaje que narra, así como la expresión diáfana con el cual se construye el universo de la novela.
En fin, Feliciano Padilla Chalco es un eminente escritor que cincela las palabras desde la otra orilla, desde la otra condición humana y visión del mundo, desde las sociedades ancestrales que no tienen necesidad de asimilarse a la globalización ni a cánones de la cultura oficial.
1 comentario:
Sin duda alguna se trata de un autor de calidad en la región, no se le puede quitar crédito a la narrativa de Padilla; no obstante, no estoy de acuerdo con rechazar el encaje a la globalización, por el contrario: LA LITERATURA PUNEÑA NECESITA ENTRAR EN LA GLOBALIZACIÓN, necesita alienarse, aunque les duela aceptarlo. Saludos
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