lunes, 22 de diciembre de 2008

Ronald Calle Córdova: Agonía compartida


DEL LIBRO "SIGNOS"

Agonía compartida

Soy la única tumba que camina,
esperando las palabras que le faltan
para completar el epitafio.
Giuliana Mazzetti.

El orbe está sudando su estío en mi frente
y su hijo sufre aquí en mi espacio,
le han clavado una daga en su costado:
Duéleme.
¡Anda! Toma mi mano,
cubre tu herida
y ven,
levantemos la antorcha del hambre,
miles de hombres nos contemplan.


Confieso

Desde luego,
mis palabras rompen la significación de su lenguaje
y en mis venas circulan letras en busca de mis manos
no las que dijeron adiós con una caricia
sino las que dan libertad
a la palabra que de algún modo
ya era libre.



Del hombre, su sed y su lluvia

Ves cómo se edifica el polvo?
las gotas caen y a ellas vuelven,
vuelven siempre unidos: el hombre,
su sed y su lluvia,
No, nunca vuelven, jamás se van;
descendieron llenos de pecado,
un día de sol ardiente, de gotas
cortantes, amargas.

Viajas y sueñas a ojos abiertos,
construyes recuerdos llenos de ausencia
mientras tu lluvia sigue de palmo
a palmo
quemando tus pasos
y no se cansa de llover.

Llueve a cántaros y su sed no se moja
más que del rescoldo contraído de su vientre,
su sed no alcanza,
menos gusta del maná
en el desierto humano de su éxodo
(avanza
con su mirada puesta en el trigal y la vid).

Mal quedaría si otras cosas dijera,
callo y no otorgo,
callo y no os doy otra estocada,
hermanos.
Callo y guardo… desesperanza.



Fuego, polvo: Hombre

Aun no estás contrito ante la vida,
suplicando,
compungido por haber perdido lo que no conoces.
Dejas caer la piedra y tus labios besan
la noche
queriendo salvar un silencio fugitivo.

Las cenizas caen sobre tu vívido cuerpo,
tu aliento queda convertido al polvo
y un instante
quema tu piel, tu carne,
tus huesos.

Sueño-realidad: besos mojan la lluvia
desprendida cual rayo gris
de tu agonía.
Vienes gritando fuego hay en el polvo,
polvo hay en el fuego.

Y sigues acrecentando tu deuda,
en tu vana búsqueda
de palomas blancas sobre el olivo.

La vida se gasta, la deuda es honda,
no sé si eterna.
Vas pensativo, mirando al cielo en tu andar
disfrutando del fuego, del polvo: del hombre.


No preguntes

No preguntes por el vino
y tu copa,
apenas siento la caída de mi cuerpo
hacia un vacío sin edad, sin nombre.
No preguntes por la hora,
igual es tarde o temprano
cuando los caminos esconden tus palabras.
No.
Quizá soporte menos si digo nada,
aun así, el vino
miente a mi boca y te multiplica
como el milagro de los panes.



Constancia

¡Este es un plato vacío! había dicho.
Luego tomó sus alimentos: nada.
En sus ojos filtrábase
un retrato.

En otro lugar, en el mismo minuto,
alguien grita junto al que paciente duerme.
Su memoria es un verdugo
en la mano postergada.

En otros lugares, ya en otro minuto,
la historia no se altera.



Travesía bípeda

El recorrido es largo y tu descanso
teórico,
has emprendido la carrera de la vida:
No hay tregua.

Aquí
no siempre cesa el llanto
cuando deja de llover.

Impasible en tu sosiego,
perturbado, te has reído de este mundo
y cuerdamente
has tomado el peso del tiempo
en una lágrima.
Tus ojos ya cansados de la espera
se han posado en el vacío de los míos.

¡Detente!
allá también hay soledad.



Exploración nocturna

No hay café que regale la dulzura de tus labios
como jamás labios simularon
lo amargo y dulce de un café.
Así, trato de ubicar algo de ti en esta noche,
como tú
buscarás algo de mí en lo que escondes,
porqué no, en un café.
Son tus labios los que cantan:
estoy aquí cuando te has ido:
bebe.



Crónica de un viajero

Y mientras un ave atraviesa el claroscuro
avanzo un paso más hacia mi Norte.
Giro a la derecha y choco con grietas y más grietas
en la tierra,
perdóname vida,
las he comparado con las grietas de tu alma.

A la izquierda volteo
y muchos avanzamos contra el caudal
apenas vivo,
perdóname vida,
cuánta gente para tan poco río.

He levantado el rostro
queriendo avizorar mi Norte
y otra vez el claroscuro con su ave solitaria,
perdóname vida,
otra vez miro lo mismo.

Hacia atrás
sólo tinieblas: he volteado tarde.



Errante

Partes con la palma dorada sobre tu manto
pensando en el amor y el olvido.

Pasas dando a las hojas
una dulce apariencia de lluvia,
o tal vez
robas a la gaviota y al buitre
una porción de su vuelo.
Por qué no dispersas la nube
que abrazada a mi luna, goza;
a esa nube que infringe tus miradas fortuitas
y mis momentos de gloria.

Vas eclipsando los vestigios de mis pasos
en tu desenfreno y arrebato de mis días,
vas dejando
en absoluto desamparo a otros hombres,
sin luz a nuevos ojos
y sin Norte a viejas formas.

Galante y furibundo juegas
con la cubierta y la vejez del hombre
que levanta en su bandera, la derrota…

Vas silente, lascivo, casi humanamente
gimiendo.

Y al deshojar frenéticamente la rosa
sustraes a mis tardes, su aroma.



Distanciamiento

Frente al papel, frente a la noche
alguien espera.

Ella,
desde cualquier punto vino
y tan sólo dijo: aprende de las aves,
ellas aprendieron de mí.

Él,
con otra concepción del mundo,
clava sus ojos en la noche
y pasado un chispazo, escribe:
conocí una luz en lo inmenso,
era una Súper Nova
marcando su distancia
entre ella
y yo.



Representaciones

Ha pasado la imagen descalza de una pena
clara, dolorosa y pura como un parto.
Una canción me hiere desde otro espacio,
más adelante estás tú
escribiendo el epitafio que sería
el grito final de una muerte perfecta,
sirves el banquete vacío,
lleno de palabras
a las que mi cuchara jamás juzga,
(a pesar de ser un cuerpo sin conjugación verbal alguna)
ésta llora ante mi boca
harta de vocablos.



Lluvia

Bajo el llanto,
en la tumba que habito
alguien reirá esta tarde.

Los cipreses
acostumbrados a la forma que les doy
se regocijan bajo el llanto,
toman fuerza,
luchan por ser árboles,
sin saber
que dentro de la tumba habitada,
tijeras nuevas esperan
la disgregación de lo bello.



Búsqueda

Es en el más absoluto silencio
donde lo jamás esperado llega.

Son los segundos los que gritan:
¡Es menos triste
mendigar un pan a suplicar una palabra!

Y él
siente a su sombra conduciendo el cuerpo,
no por las calles de siempre
sino por los caminos de la nada.



Ceremonia

Sólo tú haces de mi memoria
una viajera fascinada,
un fuego incesante
A. Pizarnik


Es temprano aún para acostarme insuficiente,
miles de demonios han bordeado el ser
benditos por venir al encuentro de los míos:
Tú (1)
siéntate en mis labios
Tú (2)
sostenme esta línea, reposa
Tú (3)
controla en la puerta al adjetivo,
vigila que esta noche sea nuestra
Tú (4)
procura sacarme de mi tiempo;
los demás:
Lloren, rían,
perturben mi lenguaje,
caminen conmigo;
y si el itinerario fuese largo
por favor

denme una tregua.

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