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Por Wilfredo Gonzáles Aponte*
Por Wilfredo Gonzáles Aponte*
Publicado en el Periódico de Comunicaciones. Edición 4. USAT.
En un contexto cada vez menos ajeno al suceso artístico-literario, donde la insensibilidad ha ido perdiendo altura y donde la indiferencia hacia el quehacer poético, frecuencia, nace SIGNOS para reafirmarnos que es posible no continuar con discursos retorcidos, y con una poesía madura y penetrante, no sólo sugerirnos sino convencernos de su paso trascendente por la escena literaria actual.
SIGNOS es como ellos mismos conciben la poesía: “la vida misma en su forma más pretenciosa y rotunda”, y se halla plasmado en toda consonancia y desproporción que supone el ser.
SIGNOS es la suma de cuatro voces, de las cuales se descubren dos recurrentes mensajes: el pesimismo y la contradicción; que como ellos afirman “son necesarios para completar la existencia”.
Así, el existencialismo de Cromwell Pierre, el dolor de Vallejo en Ronald Calle, el amor bohemio e insatisfecho de César Boyd y la poética neosurrealista de José Abad, son la conjunción de visiones que da vida a los cuatro poemarios que conforman la primera producción de este grupo de jóvenes, considerados la Nueva Sangre de las Letras Lambayecanas.
El poemario “Signos” no se reduce sólo a ser la exteriorización de laberintos o desórdenes/órdenes internos; la poesía de SIGNOS es la representación de la carga emocional y cerebral, implosiones y firmezas que habitan en los integrantes; el poemario pregunta, desfigura todo y genera ideas (lo entendió así Marco Aurelio Denegri cuando lo presentó en su programa “La función de la palabra” – TV Perú). Tal es el caso de Cromwell Pierre en Transfiguración o el sonido, cuando dice: En mi / hay otros que caminan hasta el final del día (…) ¿Qué soy, o quiénes? O en Agonía compartida, donde se encuentra a un Ronald Calle intentando dominar a esos demonios originarios de su poesía: Lloren, rían, / perturben mi lenguaje, / caminen conmigo; / y si el itinerario fuese largo / por favor / denme una tregua. Del mismo modo en Heterónimos frente al espejo de Boyd, donde por medio de la creación de personalidades distintas, a lo Pessoa, el poeta intenta representarse en sus diferentes estados; a esto se le adjunta la poesía apocalíptica de Abad, que se recrea en el poema Jauría de su Absolución de la noche.
La visión general de lo que se puede encontrar en este poemario es lo abismal del lenguaje y sus diversas connotaciones, propios de la riqueza poética y vivencial de los autores.
SIGNOS es cuatro jóvenes que van deslindando el camino de la literatura lambayecana, representados como cuatro puntos cardinales clavados en tierra anónima, en esas cuatro vidas entregadas a percibir índoles alfabéticas, que son sus voces justificando un rito: escribir para que el caos los merezca.
SIGNOS…
En un contexto cada vez menos ajeno al suceso artístico-literario, donde la insensibilidad ha ido perdiendo altura y donde la indiferencia hacia el quehacer poético, frecuencia, nace SIGNOS para reafirmarnos que es posible no continuar con discursos retorcidos, y con una poesía madura y penetrante, no sólo sugerirnos sino convencernos de su paso trascendente por la escena literaria actual.
SIGNOS es como ellos mismos conciben la poesía: “la vida misma en su forma más pretenciosa y rotunda”, y se halla plasmado en toda consonancia y desproporción que supone el ser.
SIGNOS es la suma de cuatro voces, de las cuales se descubren dos recurrentes mensajes: el pesimismo y la contradicción; que como ellos afirman “son necesarios para completar la existencia”.
Así, el existencialismo de Cromwell Pierre, el dolor de Vallejo en Ronald Calle, el amor bohemio e insatisfecho de César Boyd y la poética neosurrealista de José Abad, son la conjunción de visiones que da vida a los cuatro poemarios que conforman la primera producción de este grupo de jóvenes, considerados la Nueva Sangre de las Letras Lambayecanas.
El poemario “Signos” no se reduce sólo a ser la exteriorización de laberintos o desórdenes/órdenes internos; la poesía de SIGNOS es la representación de la carga emocional y cerebral, implosiones y firmezas que habitan en los integrantes; el poemario pregunta, desfigura todo y genera ideas (lo entendió así Marco Aurelio Denegri cuando lo presentó en su programa “La función de la palabra” – TV Perú). Tal es el caso de Cromwell Pierre en Transfiguración o el sonido, cuando dice: En mi / hay otros que caminan hasta el final del día (…) ¿Qué soy, o quiénes? O en Agonía compartida, donde se encuentra a un Ronald Calle intentando dominar a esos demonios originarios de su poesía: Lloren, rían, / perturben mi lenguaje, / caminen conmigo; / y si el itinerario fuese largo / por favor / denme una tregua. Del mismo modo en Heterónimos frente al espejo de Boyd, donde por medio de la creación de personalidades distintas, a lo Pessoa, el poeta intenta representarse en sus diferentes estados; a esto se le adjunta la poesía apocalíptica de Abad, que se recrea en el poema Jauría de su Absolución de la noche.
La visión general de lo que se puede encontrar en este poemario es lo abismal del lenguaje y sus diversas connotaciones, propios de la riqueza poética y vivencial de los autores.
SIGNOS es cuatro jóvenes que van deslindando el camino de la literatura lambayecana, representados como cuatro puntos cardinales clavados en tierra anónima, en esas cuatro vidas entregadas a percibir índoles alfabéticas, que son sus voces justificando un rito: escribir para que el caos los merezca.
SIGNOS…
*Poeta. Comunicador. Realizador de Cortos Cinematográficos.
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