lunes, 23 de agosto de 2010

La irónica melancolía del infierno existencial – POR Ricardo Musse Carrasco


Con “Paraíso en llamas” Lúber Ipanaqué confirma, de manera indubitable; que, junto a la poesía cadenciosamente coloquial de Edgar Fabián Bruno Remigio, es de las voces más encumbradas de “Plazuela Merino”.
Por todo el organismo discursivo del poemario circula una irónica melancolía que aligera la triste densidad que contiene toda sanguínea nostalgia, y esto, además, proporciona una textura mimetizada con nuestras más innominadas aflicciones:

“El Espíritu hecho paloma te encontró
Desnuda y te poseyó en sus brazos.
Entonces fueron uno ante el
Vuelo indiferente de los pájaros.
El descubrió la gloria en tu cuerpo
Y tú el paraíso en su rostro.
Los cielos se alzaron
En nubes lívidas y gimientes frente
A mi bastardo destino,
Porque no era el placer de ustedes
Sino el dolor de mis heridas, era la
Traición, mientras yo dormía”.

Lúber obstinado en sostener sus versos de unas periódicas vigas rítmicas se apropia de subjetivos adjetivos, amoldados éstos dentro de una redundancia necesaria, especie de anáforas semánticas; enriqueciendo las múltiples significaciones de los textos:

“I. Y es que en el principio no éramos más que agua.
II. Agua que fluía en las profundidades del Paraíso.
III. Agua sin forma en la oscuridad del Génesis. Agua en la
profundidad acuosa del ser y sus misterios.
IV. Como el misterio del río que los trajo para alumbrar
los rayos del sol y la sangre en las entrañas de la
matria”.

El lenguaje que pronuncia el enunciador verbal recurre a distintas enunciaciones: Jergas del vulgo citadino y profanos versículos enmarcados dentro de un malditismo pesimista; traducidas aquéllas mediante una escritura que trasunta una regresión hacia tiempos primordiales habitados –desde siempre- dentro de nuestras esencias; pero también un recurrente infantilismo discursivo se inmiscuye en estas palabras primigenias que como que no quiere la cosa se les infiltra –de igual modo- un sutil cuestionamiento de la realidad, superponiéndose planos complementariamente diversiformes, paródicamente recreando la bíblica creencia de la Nueva Alianza; trivialmente maniobrados a fin de banalizar lo tenido como misteriosamente redimible:

“III. Se hizo necesario navegar en el horror, ser pasajero de
combi, contener las náuseas, soportar olores pestilentes:
“Mi país es una combi conducida hacia el abismo”.
IV. Pues el vio cómo incendiaban nuestros pasos y
cortaban nuestra historia.
Se lo llevaron todo y nos dejaron sin sentido. Pero aquí
no pasa nada, un momento por favor, aquí no pasa
nada: el Perú es el Perú y no sirven para nada los
poetas”.

“Yo no soy José, aquí se han equivocado
de historia, dios también
ha fumado mariguana”, dije.
Luego escondí mi rostro en la oscuridad
de mi alma”.

Finalmente, la tentadora poesía de Lúber Ipanaqué que, en ciertos espacios, verbaliza un totalitarismo temático: Las migraciones, el genocidio hispánico, los desempleados, la satanización de los latidos, la existencial religiosidad, anecdotarios vitales y romanticismos decimonónicos; nos conduce, ineludiblemente, hacia la consumación de nuestras más pecaminosas alucinaciones verbales.

1 comentario:

Versos Nuevos dijo...

Os hemos enlazado en nuestro blog.

Saludos,