De Danza Ominosa
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De Inútil inventario
SÓLO QUIERO DESPUÉS DE MUERTO
vivir navegando en la memoria de un ave.
Alimentarme de insectos
en tanto recorra las ramas
de una estación cualquiera.
Despiojarme las alas.
Beber agua turbia de los charcos
pasada la lluvia
y cagar
cagar mientras vuelo
sin pensar en mi última lectura
o el sentido de mis huellas
dejadas en esta existencia.
Solamente olvidando,
olvidando esta terrible idea de ser humano.
RECOSTADO A LAS ESPALDAS
de un árbol solitario
cierta tarde se me ocurrió
escribir tu adorable nombre
con mi orina
en el pleno azul del cielo.
Y así fue.
Que hasta hoy
ni siquiera el sol a las nubes
han podido borrarlo.
Y SI DIOS OYE TODA VOZ NUESTRA
- como dijiste -
el oído de Dios debe tener
un tamaño descomunal
ya que viviríamos allí, dentro
y el mundo sería pues en este caso
una triste y miserable bolita de cerumen.
STANLEY VEGA REQUEJO. Nací en un pueblito que se ubica en Santa Cruz (Cajamarca), lugar en el que nació Antenor Orrego.
A los pocos años de nacido me trajeron a esta ciudad, Chiclayo, donde he pasado buena parte de mi vida. Donde descubrí el mar, unos labios tersos, el ardor lírico de aquella piel ausente.
Estudié Lengua y Literatura.
He publicado algunos libritos de poemas: Inútil inventario (Arte rupestre, 2001), Soliloquio de las hojas (2003) y Danza ominosa (Prometeo desencadenado, 2005).
Durante siete años colaboré en el Suplemento Dominical del Diario La Industria de Chiclayo.
Por allí, edité un par de revistas, saqué plaquetas, dirigí algunos talleres de poesía.
Ahora sólo respiro de a poquitos, mientras un cigarrillo me espera en la plazuela donde no tardaré en escribir todo esto.
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