viernes, 11 de julio de 2008

Stanley Vega: Perú


De Danza Ominosa

1
Cuando llegue
la hora de partir
jamás olvides
colocar tu corazón
en la mochila.

En cualquier aldea
existe una linda muchacha
esperando la llegada
de un forastero
con los muslos tibios
y acogedores.

7
Hoy he vuelto a viajar
hacia un lugar
donde nadie me espera.

Y es que a decir verdad
nadie existe.

10

El mar nos invita
a hundirnos
entre sus aguas.

De modo
que atravesemos
la playa
hasta que nuestros ojos
ya no vislumbren
el horizonte.

11
Nada poseemos.

Esta piel
es una parte
más de toda esta
ficción inefable.

28

Abrazo los precipicios
como a esos tiernos
hermanos
que jamás tuve.

Abrazo el aire.
Abrazo mi pecho.

Y es una tibia canción
la que me acaricia.

29
Ocurre que Dios
de pronto quiso
verse frente al espejo.

Y sólo vio
el aire
que flotaba
en silencio.

31
Es tu silueta
un mar anochecido.

Lugar perfecto para suicidarme.

De Inútil inventario

SÓLO QUIERO DESPUÉS DE MUERTO
vivir navegando en la memoria de un ave.
Alimentarme de insectos
en tanto recorra las ramas
de una estación cualquiera.
Despiojarme las alas.
Beber agua turbia de los charcos
pasada la lluvia
y cagar
cagar mientras vuelo
sin pensar en mi última lectura
o el sentido de mis huellas
dejadas en esta existencia.
Solamente olvidando,
olvidando esta terrible idea de ser humano.

RECOSTADO A LAS ESPALDAS
de un árbol solitario
cierta tarde se me ocurrió
escribir tu adorable nombre
con mi orina
en el pleno azul del cielo.

Y así fue.
Que hasta hoy
ni siquiera el sol a las nubes
han podido borrarlo.

Y SI DIOS OYE TODA VOZ NUESTRA
- como dijiste -
el oído de Dios debe tener
un tamaño descomunal
ya que viviríamos allí, dentro
y el mundo sería pues en este caso
una triste y miserable bolita de cerumen.

....................

STANLEY VEGA REQUEJO. Nací en un pueblito que se ubica en Santa Cruz (Cajamarca), lugar en el que nació Antenor Orrego.

A los pocos años de nacido me trajeron a esta ciudad, Chiclayo, donde he pasado buena parte de mi vida. Donde descubrí el mar, unos labios tersos, el ardor lírico de aquella piel ausente.

Estudié Lengua y Literatura.

He publicado algunos libritos de poemas: Inútil inventario (Arte rupestre, 2001), Soliloquio de las hojas (2003) y Danza ominosa (Prometeo desencadenado, 2005).

Durante siete años colaboré en el Suplemento Dominical del Diario La Industria de Chiclayo.

Por allí, edité un par de revistas, saqué plaquetas, dirigí algunos talleres de poesía.

Ahora sólo respiro de a poquitos, mientras un cigarrillo me espera en la plazuela donde no tardaré en escribir todo esto.

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