lunes, 12 de abril de 2010

César Vallejo: Concepción y lenguaje. Por Ricardo Musse Carrasco

Los demás poetas hablan, Vallejo relincha.
Manuel del Cabral.

Vallejo ensaya una poesía del cuerpo: Busca situarse en un espacio donde el goce y el dolor se muestren en toda su oscilante realidad. Propicia que sintamos el “cuerpo como ajeno y más cuerpo-cuerpo que jamás”. Su poesía: “Magma verbal que arroja lo mejor y lo peor del cuerpo humano como excrecencias estomacales, sexuales, sudoríparas, linfáticas y salivales”. Vallejo reivindica el cuerpo, suscita una poesía de éste y la materia integrados dentro de una visión humanista y humanizadora de la existencia. “Vallejo no quiere que las palabras atenúen –dulcifiquen o espiritualicen- el contacto con la realidad material, con la verdad primaria de nuestra existencia biológica y social”.

Vallejo busca angustiosamente “tener un cuerpo propio que a la vez sea el cuerpo de todos. Su poesía es la versión conceptual del desorden social, los estallidos, los huaycos existenciales que aún no desaparecen. Es la poesía de la catástrofe y de la fragmentación en la que nos hallamos inmersos todos cada día”.Es la protesta al rojo vivo y cubierta de sangre y heces”.

El verbo poético de Vallejo se presenta “como la revelación progresiva de una intuición fundamental que se va (…) precisando a medida que se crea la lengua propia del (…) poeta. Su visión poética “reposa en la intuición ontológica de una ausencia esencial que afecta (…) el corazón del hombre. El sentimiento de una (separación) entre el hombre existente y la razón de su existencia es generador de angustia (…) y se traduce en dos grandes movimientos opuestos: Tiempo-(vida)-multiplicidad/ eternidad-(muerte)-unidad. En medio, desgarrado, está el hombre inocente-culpable”.

En César Vallejo no se podrá leer nunca “un discurso que se parece a otros discursos”. Demiurgo de un lenguaje propio, logra piezas de un profundo dramatismo. Su peculiaridad versística es consecuencia de su compulsiva búsqueda de la verdad humana que “continuamente se le escapa, dejándole entre las manos ráfagas de instantes, frases que pese a su aparente sinsentido logran remover y expresar una dimensión de la existencia previa a toda denominación coherente”. Su lenguaje atesora solecismo: “Alteración semántica de los vocablos envejecidos que han ido acumulando (…) a sus espaldas una carga inmemorial de oxidación histórica”. Lenguaje que nos alcanza “con su invisible y multiforme potencia de significaciones… Lenguaje sin recovecos adjetivales, que elimina todo pleonasmo retórico y que quiebra en ocasiones la corrección sintáctica para suprimir alguna redundancia tradicional y congénita y alcanzar un giro más diáfano y escueto”.

Vallejo “forja formas a cada paso y cada una es la versión directa, original e insustituible de sus diversas emociones…”. La poesía para Vallejo es “inmersión en una nueva sensibilidad hecha con el corazón antes que con el cerebro o la voluntad”.
Búsqueda de la sonoridad expresiva, trasuntar un temblor interno, eso es –en esencia- el lenguaje vallejiano. Su acento personalísimo fructificó una poesía andina y universal. En consecuencia, su lenguaje ostentó siempre una entraña romántica. Fue un lenguaje siempre en elaboración en su afán de capturar lo existente en toda complejidad.

El lenguaje vallejiano figura tonalidades formales muy singulares: Organización rítmica y irregulares composiciones estróficas, diafanidad metafórica, uso de vocablos antipoéticos y llaneza de imágenes, tendencia al lenguaje conversacional y límbico y la utilización significativa de la diagramación, las onomatopeyas y la puntuación. Todo esto subordinado “según las necesidades expresivas y no según esquemas regulares, imitados mecánicamente, descollando la sujeción a un ritmo dialéctico…”.

Vallejo en su búsqueda de un lenguaje personal fraguó dos lenguajes poéticos: El de “Trilce” y el de los “Poemas humanos”. Trilce suponía un lenguaje ruptural, una especie de declaración de soberanía para generar el hallazgo de la “costa aún sin mar”: Una etapa previa a la del lenguaje aspirado. En cambio, “Poemas humanos” y, sobre todo, “España, aparta de mí este cáliz”, implica la conquista del lenguaje al que tendía toda la visión vallejiana, la propuesta madura de su nueva visión: Estética, psicológica, ética, lógica y antropológica.

Finalmente, el lenguaje vallejiano logra “su mayor proyección planetaria y una densidad fónica, rítmica, semántica y cultural llevando a puntos culminantes la visión de la existencia”.


Nota: He construido esta discursiva apropiándome de aseveraciones de Pablo Guevara Miraval, Ricardo González Vígil, Américo Ferrari y Antenor Orrego. Lo mío es sólo exiguamente estructurador.

No hay comentarios: