jueves, 25 de marzo de 2010

PREPARACIONES ANATÓMICAS de Mario Pera. Por Renato Sandoval / Poemas del autor

Mario Pera. Preparaciones anatómicas. Lima: Lustra Editores, 2009, 55 pp.
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Hace pocas semanas, a fines del 2009, cuando estaba por concluir la primera década del tercer milenio y, en lo particular, cuando algunos habíamos perdido las esperanzas de que en ese decenio se cumpliera en verdad la tantas veces prometida ruptura-renovación en la poesía peruana, surge in extremis la voz reivindicadora de Mario Pera (Lima, 1981), quien a través de Preparaciones anatómicas salva el honor de la palabra poética com-prometida de una nueva hornada, que si bien ha lanzado al ruedo algunos títulos de mayor o menor interés, tal vez ninguno de ellos esté a la altura (o profundidad) del que ahora se menciona.
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Y es que el de Pera rezuma densidad poética por donde se lo mire: en el tono, en la mirada, en los bemoles y sostenidos con que su particular mundo se anuncia, adelanta, sumerge, surge y contonea. La misma densidad con que sus admirados referentes literarios -por ejemplo, los alemanes, como Rilke, Trakl y Kafka- construyen un universo a la vez arcádico y decadente, henchido de claroscuros y agujeros negros, donde la asfixia es el aire contenido y la muerte, la vida como posibilidad e irredención.
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Dicht, en alemán, es “denso” y “Dichtung”, su derivado, es “poesía”; más aún: “Gedicht” (el poema) es el participio de “adensar”; es decir, lo mayor que ha sido comprimido hasta lo menor; lo que de tan contenido que ahora es en algún momento puede explosionar. De donde el quehacer literario se define en relación directa a su complexión y a su potencialidad de estallar. Es -o debería ser- una bomba de tiempo o nitroglicerina viva, por lo que estar ante él es enfrentar un peligro, es sentir la amenaza de un desenlace flamígero, es ir tragando saliva conforme se lo transporta (¿hacia dónde?) entre las manos. Esa, al menos, es la sensación que a algunos produce la lectura de Preparaciones anatómicas. Un peligro ubicuo e inminente inunda todas sus páginas, como si el cosmos fuera el reino de lo fugaz y de lo perecedero, y donde la angustia, el escepticismo y hasta la desesperanza se pasean a sus anchas.

Porque la poesía de Pera es rica en la duda y en el desengaño, donde no hay dios que valga ni que sea digno de respeto, como que tampoco existe un amor certero, un rostro auténtico, una brisa ancha. Arduo es su trayecto y acezante su respiro; en sus labios persiste el malsabor de una noche que no concluye nunca y que prefiere degustar rencor o desprecio, más que resignación o pueril esperanza. La poesía de Pera es a la vida como la plegaria de un ateo antes de la muerte: una voluntad intensa de decirlo todo ante la sorda indiferencia de la nada, una ecuánime confesión de parte sobre el horror, el absurdo y la decadencia de la vida al borde del abismo o en medio de la nada.

La poesía de Pera, que a todas luces (sic) brega por no negarse a sí misma más de la cuenta, se adensa como la sangre fuerte de un buey degollado pero mil veces digno, o como algún improbable vino pampeano que tenga largo final.

Renato Sandoval Bacigalupo
Marzo, 2010


Algunos poemas del libro de Pera

Teosofía
A Dios
he de observarlo escrito,
pues erguido como está mi cuello,
aún soy diminuto.

(Praga)

Mirmillón: requiescat in pace
Solo soy
uno de los barrotes de tu prisión,
que observa cómo
con el correr del tiempo,
se desgaste tu rostro y
se descascara
tu mirada.

He sido testigo,
de cómo el follaje vasto que eran tus expresiones
se ha arrugado y envejecido
como un anciano,
mientras floreció el otoño
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Largos años cautivo
te han deformado el rostro.
Tu triste cosecha
ha madurado y
ha nacido,
entre aplausos y vítores,
seca y sin nombre.

Memento mori
Luego de seis horas ante la tumba de su madre,
Zsofika siente
cómo nace en su rostro
la primera lágrima.

Prima nocte
Hoy cae el canto esparcido
sobre las arrugas
de la palma de tus
manos.
Hoy el crepúsculo declama
un melancólico poema
mientras se desploman
dos iglesias,
y tus sueños se ocultan
bajo la garúa estival.
Esta noche la luna
intenta acallar su tristeza
aullándole con desenfreno al lobo,
mientras el leñador
reclama a la tierra
otro retoño que decapitar y
ayuda a su hacha a lamer
la ácida sábila
del árbol caído.
En la serenidad del agua del estanque
se refleja y croa
un sendero sombrío,
sobre el que fornica un embrión
siete veces ahorcado por su madre
con el cordón umbilical.
Finalmente, hoy cae a tierra,
como una manzana al madurar,
la prima nocte, y
aplasta al día.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

he podido leer "Prep. anatomicas", y me ha sorprendido mucho la alta calidad de los poemas de M. Pera. Siendo un primer poemario, es muy recomendable. Sin duda, Sandoval no se equivoca al resaltar sus virtudes.

saludos a ustedes Signos,

Enrique Salinas

SIGNOS dijo...

Gracias Enrique,
sigamos escribiendo, corrigiendo, leyendo y difundiendo el trabajo literario.

Eres bienvenido a nuestro espacio. Un abrazo.

Cromwell Pierre.

Anónimo dijo...

Interesante reseña, coincido en algunos puntos... pero en otros no tanto. De todas maneras, es una de las publicaciones mas interesantes de año que pasó.