
ABSOLUCIÓN DE LA NOCHE
José Abad Ascurra
Confidencias El ojo que te espía esta noche
agazapado tras la puertaes la muerte:La gélida mano blanca,la guadaña cortadora de sueños,la devoradora de imágenes.Vedla ahí, sonriendo entre dientes,fingiendo compasión por tu existencia;humillándote con su silencio de enigma.La horrenda muerte que no sospechaque también a ellaotro ojo la espía.HallazgoEn esta impenetrable horadonde los ojos,cansados, desobedecen la rutinade vivir;en esta desdichada horaen que recuerdo tu bocallenándome de sueños que no fueron;la hora funeral y terrestreque he temido por siempre;descubro que mi vidaes una novelaque alguien escribió para olvidarque también le escribían.ArtificiosEs tarde para intentar dormir:El sueño está despierto.Es tarde para empezar el mundo:Dios ha muerto.Y el hombre cree que está vivo.Ángel nocturnoFantasma del aire.Constante transformación de cuerposen espadasy de bocas en sangre.Lenta disolución del pecadoen alas ciegas.Más allá de todo tiempotu luz persiste aferrada a la noche,muerde la carne blanda de la existenciaque no retienen las campanas.Otorgas un perverso recreoa la soledad que te alimenta.Ángel de la ceguera. Puertadonde escapar a otra muerte más lenta.¿A QUÉ JUEGAS?Fiesta
A Cesarina Vásquez Torres.
Tiene razón la estatuapara seguir durmiendo.El mundo cansay duele entre los ojosla certeza.Qué viva el sueñoy la nocturnacaricia de la luna,que pone en nuestros párpadospolvo y olvido.Resistencia
Unidos por la constante luchade no rozar las piedras que duermensiglos de violencia y sangre inmóvil.Atados secretamente por el aguay su continuo lenguaje.Sumergidos hasta desapareceren una sola carne que desconocemos;subterráneos,usando máscaras alegres;afrontamos el último ritualque nos permite la muerte.ProverbiosHa volado el caballo hacia el vértigo de la tarde.Los días eran siniestros relojesadaptados al olvido.En la calle la muerte controlaba los semáforos,invadía las casascon su nombre abominable.Cada ciudad perece bajo su turbia historia.El final del hombre es un fracaso patético.Murieron para siemprelas estatuas en los parques.¡Cuántas horas postergadas sólo para decepcionarnos!Sí, todo final es terrible. Juntamosvileza en las arrugas,repulsión en la misericordiade nuestras pérfidas rodillas.Nos vamos lentamente, como aferrados al aire.La tierra se encarga de esconder nuestros hedores.Ha volado el caballo hacia la vertiginosa lascivia.El placer mata cuando refrenamos su impulso.No nos vamos del todo. Nos hemos multiplicadoabsurdamentecomo odiosas raíces en los confines del mundo.¿Y para qué tanto recelo, tanto murmullo,tanta oración vespertina?El deseo abotaga los sentidosy maldecimos la carne.Comenzamos antropófagos, políticos,clericales.Terminamos oscuros, malolientes,dispuestos a esperar.PresagioHa llegado el día esperado.Los objetos tiemblan arrastradospor una inquietud vibrante.Despojados de falsos rencoreslos cuerpos vuelven a unirse amorfamenteen la sombra.Es el temor al final lo que nos consume.Es el temor de saberse profanadoslo que nos alienta a destruirnos.Por eso siempre estamos dispuestos a beberdel vértigoel último sorbo de incuria que nos impulse.Nada. Nada detiene esta sed de aniquilarnos,esta sumisión a la terriblevoluntad de lo pétreo.Tal es la asfixia que ciega nuestras manosque no podemos rebelarnos al presagio.FormasAbsuelves el día pagano de los muertos,el soberbio silencio de sus bocas,el calendario indescifrable de sus sueños blancos.Todo lo cubres con tu sed mortalcomo una ola de fuego.En ti sucumben las fortalezasy se derrite el tiempo.Sólo ríos van ciñéndose a tu forma,a la apatía de tus noches de donde huyen los fantasmas.Sordidez y muerte se desarrolla en tu sueñoinvulnerable, en tu espejodonde quedó atrapada la máscara y la risa.Ya no saldré nunca de tu voluntad irredimiblede construir celdas alrededor de mi celda.Afuera la luz estricta delimita las sombras,le da orillas a los sueños.Vence el perfil turbado de la nocheque tarda en volver.Tu aliento de metal hiere a cada momentolas ventanas y las puertas.Tu luz es una epidemia y nada escapaa su lengua lasciva y sucia.Hay luna pero los niños no conocenlos secretos de los cuentos.Continuas formas se disgregan en tu forma.Laberinto feroz de donde Nadie escapa siempre.Ni el tedio vence tu salvaje locura de perderteen la sombra. De sujetarte a los días que no vuelven.No hay olvido.No conoce tu lenguaje otro secretoque la muerte incorruptible de los cuerpos.Lo demás, es horas transcurridas mirándose en el agua.JauríaHoy me levanté de mi cuerpoy caminé hasta la orilla.Abajo,el abismo resplandecía dulcey la música era una invitaciónal suicidio.Temí que el tiempo bastardoaniquilara este momento.Lejos, en una ciudad de fantasmasy monstruoslos perros aullaban mi nombre.Estaba solo.No había jaula ni colores.Sólo la noche inmensay los perros famélicosbebiendo mi sangre.MurallaSe ha ocultado la palabra en tu garganta.La silenciosa bastarda.Ya no sale a trepar los muslos impávidosdel mundo.Dónde quedó tu risa, tu perdición,tu santa obscenidad?Eran palabras, solamente palabraslas que estallaban en las sienes hambrientas.De qué me acusas hoy,traidora inmarcesible?De qué me acusa tu ciega devoción,a los finales sin memoria?Ya no eran palabras cuando volviste.Ya no bastaba nombrar las cosaspara vaciarlas de la inercia.Estabas tú, esfinge irresoluta,parada en plena noche,vigilándome,odiándome tercamente para saciar tu amorincontenible.Estabas tú, amuralladade palabras y preguntas.FugaUn ruido…De pronto abrió el martoda su puerta.Apareciste tú,espuma incoercible.Desnuday con las alas de cuervorecortadas.Sólo un día duró tu falsa mansedumbre.Te crecieron las alascuando empezaba a enjaularte.RevelacionesINo inventes otro vuelo.Estás destinado a arrastrarte en el polvoy envidiarlas alas de las moscas.IINos espera otra caverna detrás de los párpados.Despertar es descubrir que no había luz.IIILa incertidumbre fue un largo simulacropara seguir buscando,para continuar hurgándonos los ojosy los sueños.Nos manipularon burdamente cada instante.Nunca salimos de la oscuridad del primer reino.Ritual
A Blanca Varela
Diana agoniza entre las sábanasdonde la araña del sueño teje su memoria.Mira su cuerpo desnudo en el espejoy se esconde en la demencia.¿Qué oscuros rituales desencadenanlos objetos perdidos?Diana ignora los presagios.AGUA // TRANSFIGURACIÓN O EL SONIDO
Cromwell Castillo Cabrejos
AGUA
1Esta vezsu disposición adquiere la forma de mi lenguaje,es decir,su aspecto se hace universal desde mi boca.De todas sus posibles determinaciones,aquí, en lo habitable,sólo se espera su adaptabilidad;después de esto,quizá ella deba ser algo que no comprenda.Pero lo no comprendidose explica también a partir de mi desorden:Silenciosa ventaja suyala de enturbiar mi contenido.Todo forma y se deformamagníficamentea partir de su espacio,entonces,de mi voz a lo insondable,ellaes un poematransmutandosus abismos. 2Al representarla,también esta hoja mimetiza su aparienciay se torna transparente:No hay nada aquí que no se advierta,no hay nada aquí que no contenga su cursoy fluyadesde su impenetrable hondura.A veces ella,en este fondo blanco,no resiste su propia densidady parecierarecortarsea medidaque tocansus giros,mis palabras.Pero no,siempre desde estos trazosdesbordará su cualidad a más imágenes,entonces su retornoseguirá siempre cambiantey escurridizo entre mis manos.Hay suficiencia en su tocante sencillez.Contemplo cercana su multiplicidadtan influyente como entrañable.A partir de toda representación,incluso ella, en sí,frecuentará su mimética aparienciapara afluir aquí, a cada instante,Agua.3Enigmáticacaracola: Poesía,donde siempre se escucha mi vozcomo mar enfurecido.En ti, el Aguatambién vive fantasma,desencadenando sonidosde palabras,que a veces,jamás escribo.4Más allá, en mí,correspondo al impulso súbitode parecer Agua:Ella tiende a sublimarse;yo asisto a esa evasión.Cuando ocurre,mi canto en lo alto prolonga ceremoniaspero no es escuchado:No hay nada más allá arriba,sólo ella hablándome,imperturbable acaso y apartadade nuestra vida circularentre todo lo inexacto.Por eso,allá en la cima,no contiene ninguna respuesta:Es la respuesta.Y desde esta sencilla superficieblanca,solemne se la puede escuchar.5Sentado a su orilla,he fijado en mí la fascinación de un pozo.Es breve y minúsculoen comparación con mis sueños,exceptocuando lanza variaciones semejantesdesde lo inalcanzable.Tocarpor un instante sus designios,es desfigurar con certezalo que aún no sé(círculos encierran mi tactoen señal de un limitado roce heredado,a su proximidad).Su extraña superficie es tolerante,el Agua ágil y serena que la habitame devuelve otra vez imágenesy una perspectiva claraentre lo que no se ve. Ahí estoy yo,sumergido tambiéndesde su origen olvidado y engañoso.Intento opacarla nuevamentesin algún temor discutible,pero con la sospecha de no sabercon exactitud,quién me llama de su posible profundidad.6 Ella lanza quebrado paso;como un espejo surge,recorta el tiempoy no supone lo difusaque ha de verse en su sentido.Cae en su reflejo.Sigue cayendoverticalmentecada segundoen la espesuradel abismo.Sin embargo hay díasque redobla su cauce,se despejay cristalina ha de verse en su corriente.Agua:Gota, charca,río, catarata,porción de marse oculta en su costado.Como el humo se dispersa,avanza ágily no sabe su trayectoa las puntas del espacio…Al suelo lo condensa en su caída:Vertiginosa,en declive su salto máximo,caey es principio contenerla.7Si estoy aquíes por el Agua.¿Cómo notransfigurarla máscuando desciende?Esta vezdiscurre desde míbajo la formade lágrimas.8 Aunque su orientaciónsiga siendo la misma,se han primitivado mis palabrasbuscando apariciones en lo absoluto.Huyen mortalmente como imágenessedientas de esta superficie:Desde aquí,desplomarse en círculoscomo un poema hondo.Después de todo este tiempo,en todo lo que surge de mí,no han dejado de allanarsea partir de mi tintura: Agua oculta,inmanente,confirmación de todo lo extraviadoen mi desorden.Pero al ser yo quien las escribe,yo quien merodea en tornoa esta superficie incalculable,soy una especie de Agua oscuraque observa otra,sin sentido aparentepara intentar escapar de las palabrasque también me escriben;entoncessucumbe la forma de lo que no se veentre lo que está dispuesto a frecuentarme.Soy yola misma búsqueda de siempre.La misma aparición en lo transcurrido.Lo mismo.9 Si la nombro,toda emisión que origina la palabraes oquedad, y me habita:Compleja indiferencia la del lenguaje.Complejo su envío que toda sed organiza.Puedo saber que al papel le sucede lo que al agua,advertir el desplome que contienecada página en blanco sin tocar el golpe.Comprendo en mí su precipitación.Es posible todo desde algún lugar:Lugar exacto yodestinado al precipicio.Desde allí,frente a cada rumor que admita,toda caídase irá fragmentandoen gotas.10Quizáhaya más certeza en su interiorque en mis palabras(la hay en lo transcurrido).Con ellasme incomunico en ellasy mi única perspectivaes la dispersión a la alturaque es incierta.Pero el Aguahabita hasta lo que no conozcoy yo, sospecha constante,soy lo impreciso en toda emisión.Me contiene sólocuando escondo intencionesque nacen a partir de mi descenso.El descenso se transfiere.Su generalidad sujeta.Aquíno es el Agua una cuestión semántica.TRANSFIGURACIÓN O EL SONIDO
PoesíaComo hoja del aire,deslízate aquí, Poesía,entre tantos cuerpos mutilados de palabras,entre formas y sonidos o cantos leves.Destiérrame.Busca en ti, el lugar lejano que soy yo;porque sólo túeres en suma, variación:hoja,o aire entre las hojas.TransfiguraciónPara ser otrome fijo la máscara de un hombre.¿Qué podría decir ahora con esta máscara?La distancia de mí hacia mí me hace ciego,y en tinuestros ojos son distintos y multiplicados.Sólo la sombra me estudia al anteponer un artificio al sol,y lo distinto de los ojosno está en sus raíces ni en sus formas…No sólo lo cóncavo y lo sencillo determina lo perpetuo,pero esta vez debo apoyarme en las palabras-máscara concebida-para descubrir qué otras voces recreadas discurren en mí.Los ojos definitivos tienen una determinación de iluminadosy se ocultan en mí mismo. Todo silencianmenos su ausencia y las visiones.Por eso, cuídate Sueño Prolongado,pues si estoy aquí,¿dónde más estaré ahora?Tú eres la transferencia de todo esto.AcechoTiempo,el sonido rompe tu imageny mis manos se semejan a un espejo en la sombra.Todo es posible,nada se advierte siquiera a tu rumor indescifrable.El espacio surge entre tus faucesy mi grito se dispersa entre punto y puntoen una larga exploración de las cosas.Tiempo,lenta disposición de un vacío que me acecha,caída de mis ojosa lo desconocido del vacío y la búsqueda.¿Cuál es tu estigma?,¿Dónde seré yo tu camino, caminante inquebrantable?¿Acaso eres el Poema,eres flor o eres muerte,desvío que restaura cada exploración de los relojes?Suma de escenas, dimesi eres sentenciao la clara sensación de un cuerpoencerrado en un artificio colindantea las palabras prometidas.AnuncioHe ahí una mariposa.¿Cómo se llama eso en una noche?...Yo aún no lo sé,pero si tratas de ignorarla,sólo míratey escapa,Ojo Absurdo.SucesiónEn míhay otros que caminan hasta el final del día,y toda escena diferente que originanse parece a mí en lo insondable.Frágil resonancia.Después de toda puerta hay una puerta contenida,y esta sucesión nos atormenta, nos obsesiona, nos hermetiza.Tenaz lucha que no cabe en un espejo(todo cabe pero nada se transporta).Espaciosa orilla donde no me veo, ésta, la desconocida.Pero todo nos incluye y soy otros igual que yo-mismo.¿Qué otro en mí se podría mirar tanto como yo no?Reflejo recurrente,signo estancado,imagen sublimada dentro de todas las preguntas,me hallo, me invento, me ubico.Entonces¿Qué soy, o quiénes?ResonanciaDe tus manos a tus ojoshay un ángulo que se cierrapresto a infiernizarte.Dices que hay millones de puntos-luzque te circundan,pero sabes que eso es un conocimiento ingenuo.Al mirarte,yo no poseo diferente dimensión que la tuya,porque en ese continuo juego de las escondidastampoco daré conmigo.Nos negamos; es ineludibleaún cuando el cuadro se enmarquecon la mínima sensación de buscarnos, sin reconocernos.Cabe la posibilidad de quitarnos las manos de encima,cabe la posibilidad siquiera de envidriar nuestros ojospor unos instantes, sin comprendernos.Entonces somos el escape,somos una fuga sin salida de emergencia.El infierno no son los otros,somos nosotros mismosen busca de la última propagación del malque son nuestros sentidos.El PoemaPor cada sueño que te habitale nacen alas conocidas a mi vuelo.Oh región desconocida y habitada de mi cuerpo,todo sueño que prolongas es definitivoy todo vuelo que me hace conjugarteme lleva a tierras más lejanas que la tuya.Tiene de condena tu origen terrenal o pedregoso.Y yo que también soy ave,tengo una jaula dentro de mí-esperando por mí mismo-, aquíen las entrañas.AGONÍA COMPARTIDA
Ronald Calle Córdova
Agonía compartidaSoy la única tumba que camina,esperando las palabras que le faltanpara completar el epitafio.Giuliana Mazzetti.El orbe está sudando su estío en mi frentey su hijo sufre aquí en mi espacio,le han clavado una daga en su costado:Duéleme.¡Anda! Toma mi mano,cubre tu heriday ven,levantemos la antorcha del hambre,miles de hombres nos contemplan.ConfiesoDesde luego,mis palabras rompen la significación de su lenguajey en mis venas circulan letras en busca de mis manosno las que dijeron adiós con una cariciasino las que dan libertada la palabra que de algún modoya era libre.Del hombre, su sed y su lluviaVes cómo se edifica el polvo?las gotas caen y a ellas vuelven,vuelven siempre unidos: el hombre,su sed y su lluvia,No, nunca vuelven, jamás se van;descendieron llenos de pecado,un día de sol ardiente, de gotascortantes, amargas.Viajas y sueñas a ojos abiertos,construyes recuerdos llenos de ausenciamientras tu lluvia sigue de palmoa palmoquemando tus pasosy no se cansa de llover.Llueve a cántaros y su sed no se mojamás que del rescoldo contraído de su vientre,su sed no alcanza,menos gusta del manáen el desierto humano de su éxodo(avanzacon su mirada puesta en el trigal y la vid).Mal quedaría si otras cosas dijera,callo y no otorgo,callo y no os doy otra estocada,hermanos.Callo y guardo… desesperanza.Fuego, polvo: HombreAun no estás contrito ante la vida,suplicando,compungido por haber perdido lo que no conoces.Dejas caer la piedra y tus labios besanla nochequeriendo salvar un silencio fugitivo.Las cenizas caen sobre tu vívido cuerpo,tu aliento queda convertido al polvoy un instantequema tu piel, tu carne,tus huesos.Sueño-realidad: besos mojan la lluviadesprendida cual rayo grisde tu agonía.Vienes gritando fuego hay en el polvo,polvo hay en el fuego.Y sigues acrecentando tu deuda,en tu vana búsquedade palomas blancas sobre el olivo.La vida se gasta, la deuda es honda,no sé si eterna.Vas pensativo, mirando al cielo en tu andardisfrutando del fuego, del polvo: del hombre.No preguntesNo preguntes por el vinoy tu copa,apenas siento la caída de mi cuerpohacia un vacío sin edad, sin nombre.No preguntes por la hora,igual es tarde o tempranocuando los caminos esconden tus palabras.No.Quizá soporte menos si digo nada,aun así, el vinomiente a mi boca y te multiplicacomo el milagro de los panes.Constancia¡Este es un plato vacío! había dicho.Luego tomó sus alimentos: nada.En sus ojos filtrábaseun retrato.En otro lugar, en el mismo minuto,alguien grita junto al que paciente duerme.Su memoria es un verdugoen la mano postergada.En otros lugares, ya en otro minuto,la historia no se altera.Travesía bípedaEl recorrido es largo y tu descansoteórico,has emprendido la carrera de la vida:No hay tregua.Aquíno siempre cesa el llantocuando deja de llover.Impasible en tu sosiego,perturbado, te has reído de este mundoy cuerdamentehas tomado el peso del tiempoen una lágrima.Tus ojos ya cansados de la esperase han posado en el vacío de los míos.¡Detente!allá también hay soledad.Exploración nocturnaNo hay café que regale la dulzura de tus labioscomo jamás labios simularonlo amargo y dulce de un café.Así, trato de ubicar algo de ti en esta noche,como túbuscarás algo de mí en lo que escondes,porqué no, en un café.Son tus labios los que cantan:estoy aquí cuando te has ido:bebe.Crónica de un viajeroY mientras un ave atraviesa el claroscuroavanzo un paso más hacia mi Norte.Giro a la derecha y choco con grietas y más grietasen la tierra,perdóname vida,las he comparado con las grietas de tu alma.A la izquierda volteoy muchos avanzamos contra el caudalapenas vivo,perdóname vida,cuánta gente para tan poco río.He levantado el rostroqueriendo avizorar mi Nortey otra vez el claroscuro con su ave solitaria,perdóname vida,otra vez miro lo mismo.Hacia atrássólo tinieblas: he volteado tarde.ErrantePartes con la palma dorada sobre tu mantopensando en el amor y el olvido.Pasas dando a las hojasuna dulce apariencia de lluvia,o tal vezrobas a la gaviota y al buitreuna porción de su vuelo.Por qué no dispersas la nubeque abrazada a mi luna, goza;a esa nube que infringe tus miradas fortuitasy mis momentos de gloria.Vas eclipsando los vestigios de mis pasosen tu desenfreno y arrebato de mis días,vas dejandoen absoluto desamparo a otros hombres,sin luz a nuevos ojosy sin Norte a viejas formas.Galante y furibundo juegascon la cubierta y la vejez del hombreque levanta en su bandera, la derrota…Vas silente, lascivo, casi humanamentegimiendo.Y al deshojar frenéticamente la rosasustraes a mis tardes, su aroma.DistanciamientoFrente al papel, frente a la nochealguien espera.Ella,desde cualquier punto vinoy tan sólo dijo: aprende de las aves,ellas aprendieron de mí.Él,con otra concepción del mundo,clava sus ojos en la nochey pasado un chispazo, escribe:conocí una luz en lo inmenso,era una Súper Novamarcando su distanciaentre ellay yo.RepresentacionesHa pasado la imagen descalza de una penaclara, dolorosa y pura como un parto.Una canción me hiere desde otro espacio,más adelante estás túescribiendo el epitafio que seríael grito final de una muerte perfecta,sirves el banquete vacío,lleno de palabrasa las que mi cuchara jamás juzga,(a pesar de ser un cuerpo sin conjugación verbal alguna)ésta llora ante mi bocaharta de vocablos.LluviaBajo el llanto,en la tumba que habitoalguien reirá esta tarde.Los cipresesacostumbrados a la forma que les doyse regocijan bajo el llanto,toman fuerza,luchan por ser árboles,sin saberque dentro de la tumba habitada,tijeras nuevas esperanla disgregación de lo bello.BúsquedaEs en el más absoluto silenciodonde lo jamás esperado llega.Son los segundos los que gritan:¡Es menos tristemendigar un pan a suplicar una palabra!Y élsiente a su sombra conduciendo el cuerpo,no por las calles de siempresino por los caminos de la nada.CeremoniaSólo tú haces de mi memoriauna viajera fascinada,un fuego incesanteA. PizarnikEs temprano aún para acostarme insuficiente,miles de demonios han bordeado el serbenditos por venir al encuentro de los míos:Tú (1)siéntate en mis labios.Tú (2)sostenme esta línea, reposa.Tú (3)controla en la puerta al adjetivo,vigila que esta noche sea nuestra.Tú (4)procura sacarme de mi tiempo;los demás:Lloren, rían,perturben mi lenguaje,caminen conmigo;y si el itinerario fuese largopor favordenme una tregua.HETERÓNIMOS FRENTE AL ESPEJO
César Boyd Brenis
POESÍA RIVADAVIANA
(Renato Rivadavia: veintinueve años, lector de tragedias inglesas, alcohólico social).
Obstinación
- El paciente inglés -
Lo artificial perdura nítidamente
en la claridad de alguna fiesta que Romeo busca
para otra alteración del ser.
Las golfas de piel intacta
se reparten por igual en salones uniformes.
La luz escarpada corresponde a una maldición de plenilunio.
La luz en las alturas absorbe a cada noctámbulo
como una esperanza, como aguardar la esperanza
con el cigarrillo en los labios,
desde el humo diluyendo espectros
que el vino ayuda a deformar
hasta el origen de Luciérnagas en confusión con los ojos
de alicaídos caminantes,
hasta estampidas de hacedores de estética silvestre al bailar,
hasta puertas que se cierran con golpes tan fuertes
como la muerte y el amor por Julieta.
La música desvía el trastorno contenido de un bostezo
encarnado en la huella de este día ineludible.
La concepción de una tragedia no es siniestra:
se ama totalmente. Entonces
se esparcen los orígenes del hielo hacia los cuerpos,
se involucran bocetos de jolgorio, también contrastes:
aceleraciones y témpanos en los rincones.
Romeo ríe todavía, ríe
porque el amor le absuelve el vértigo al suspirar.
Los faros callejeros hacia él lo remontan a los dramas
(nunca en la pista menos agreste que conduce a verla).
Ahí sus intentos de caminar se yerguen
como un hito final de los ojos.
La noche se prolonga con escenografía de princesa.
Princesas duermen.
Y como secuelas de un grito borboritante,
el nombre de Julieta por los aires y Romeo
colmado de vocablos.
Sus palabras se han encendido con la lámpara.
Es el vino blanco lo blanco en sus palabras.
Una tormenta se aproxima de súbito presagio y fragor
hacia este mundo rígido de vidas paralelas.
Es la hojarasca en sus rodillas como espejo de otoño,
resonando demasiado.
Alrededor de él
un búho extiende revelaciones correspondidas
cuando Julieta evoca sus palabras:
no te amo, comprende, no te amo.
¡Si tan sólo las maldiciones de los búhos fuesen mentira
como la mentira del amor de los balcones!
¡Si tan sólo brillasen aureolas para salvar esta historia
como salvan a los santos paranoicos!
¡Si tan sólo el amor existiera en los bares
como existe en los manicomios!
Persiste el enigma de las coexistencias,
la sutil pregunta del amor desordenado:
se ausenta el limbo de los sueños.
Despierta un relámpago fijado en una apariencia
entre pistas inhóspitas y lo amorfo.
Se mojan los techos desgarrados: la luna pasa
al corazón de otra estancia.
Para Romeo, llueve y autollueve.
Sus párpados se adaptan al transcurso,
a la representación de un rastro y otro albor
se percibe por los callejones de las lágrimas siguientes.
Los gatos se dispersan entre falsos monstruos y Dios
existe menos.
Entonces, las alucinaciones toman la figura de un hombre
en trajines que corresponden a extravíos,
y en respuesta a la oscuridad, Romeo vuelve
al silencio de la historia o al monólogo interior más bello
o al verdadero idealismo.
El semáforo cambia para nadie. Y en él se suceden
todos los posibles pasos que no andan satisfechos.
Después de esta noche, se aguarda el cielo si es que alguien
lo recuerda entre la nada: lo común
en lo extraordinario.
Aún confundido,
busca la Luna de otro tiempo y articular en otro tiempo poemas
en la boca y el espacio, pues retornan castos.
La vereda resbala como el rocío en aquella hoja que cayó.
Romeo ha vuelto a un bar, otra vez hostilizado por sí mismo,
para despertar de nuevo a sus múltiples maneras de olvidarla:
historia cercenada por la madrugada esculpida para el llanto.
Historia descrita por los grillos e indigentes:
narradores fieles de la ciudad perdida
en las riberas de las vías nocturnas.
Él pierde lo estricto de una dulzura que falla,
pierde la contemplación de Julieta cuando transcurre el tiempo
y no hay salidas transparentes
excepto el vino blanco de las lejanías sin ella.
Ni con la paciencia sutil de una garúa ni con la impaciencia,
Romeo consigue inspirar su ser,
mientras el vino ausenta la razón de estar vivo.
Las caravanas multiformes se agitan
sobre las limitaciones de sus piernas.
La música regresa el aire esclavo de estas paredes sin infancia
como descubrir que no hubo vida, más que la de otros.
En el canto se deshace el aliento de los ebrios
y puede Romeo devolverse el contenido,
conversar con su otro yo,
con el ser del augurio soberano o de las mitologías.
Entre cantos mañaneros que disuelven los sentidos
cabe ese especial origen de otro día,
mientras él intenta estrujar la copa sin romperla dos veces;
la copa coronada con el último sorbo, excepto
la última alucinación,
en esta contorción por la mañana sobre la cual se vence
porque los espejos en los muros son definitivos
y no hay golfas.
La estridencia, el desplomo de la madrugada, lo nebuloso,
confunden que frente a la mesa casi vacía
está Julieta, hermosa, no debilitada,
articulando: ya vamos, ya vamos
con una actitud de amor que Romeo suele extrañar
cuando amanece.
.
POESÍA LONARDIANA
(Leonardo Lonardi: veintisiete años, desterrado de su ciudad por asuntos de revolución política, primer hijo entre dos hermanos, bibliófilo).
Desintegración de la huida
I
Con Rita lejos la ciudad se vulnera en un pensamiento, cuando a la escritura me aferro con la última luz del poste. Las calles sin Rita son laberintos. Los laberintos sin ella son excusas de soledad. Sin ella, permanecer en silencio es construir figuras, es condensar la creencia de lo Absoluto en una calle de figuras, es dulcificar la traición de una luz por apagarse. Pero no hay callejón donde la escritura me maldiga. Y no hay anochecer escrito que defina un alfabeto. Y no hay más creación inútil que la duda de encontrarla algún día. La escritura es el límite del hombre cuando la autodestrucción desaparece. La escritura, lejos de la piel de Rita, conmueve como adjetivar a Dios para definir el contexto. Pues mi cuerpo etéreo se vuelca entre la niebla para escapar de lo evidente, pero la lógica del Amor es quedarme en lo evidente, es reencontrar a Rita con la misma crueldad con que se fue: sin despedirse.
.
II
Tu última carta, Rita, tu última voz raída del invierno. Tu sombra extendida en mí: alborotada en todos los pasadizos. Ajena mujer de pasadizos secretos dime en esta carta que no es tu última carta, aclárame las letras hasta poder verlas sin miedo, y las letras que son enemigas sagradas, no las cortes porque son vidas clavadas en mi pecho. Y tu ausencia que está enraizada se condena a un muro con tu nombre. Es natural que yo ocupe un sitio en el mundo donde no estés y pedazos de lecciones aprenda con tu carta. Pero siempre ocuparé un sitio donde no estés. Todos ocuparán un sitio solitario dentro de su cuerpo, y dentro de mi cuerpo tengo una noción de ti, cuando el espacio que te pertenece no reconoce tu existencia. Una recóndita existencia, Rita, soy una recóndita existencia pensando en ti dentro de una lectura, con mi interior arrebatado, y tu carta tiene todas las rutas hacia él, las rutas desconocidas que acaban por descubrir el fraude de verte lejos. No tengo poder sobre tus cartas, llegan con el fracaso del Sol en mis ojos, después de leer lo que conozco como la única sensación que amo en una mesa.
III
En el manuscrito reconozco palabras mías y no sé si las palabras pueden ser mías: lo acepto, hay tardes ajenas como ésta cuando leo entre el barniz de una mesa cualquiera, cuando la profundidad está allí y no por dejar de leer me hastío: desconozco el corazón de las palabras y me amilano como si la hora faltara completarse. Debiera practicar el silencio y recorrer el libro como con las mujeres, protegerme con una lectura perfecta; pero siempre es el mismo barniz, la idea, el respeto a la idea y la historia de las tres de la tarde en la biblioteca: una hoja de historia en blanco que se consume con el tiempo tras de mí. Aunque nada se consume cuando reduzco las mujeres a una sola: Rita. Todavía hay partes de la vida que se reducen sin Literatura.
IV
Fuego. Gradas de madera que crepitan. Y una escena de Fuego comienza a desvanecerse entre lo amado -las ardientes ventajas de no morir-. Como no era un día deseado no era importante, pero el Fuego es el signo de morir con importancia. Yo que no deseo nada me es fácil vivir al lado del final. No existe el final. Es lo mismo en las gradas que aún quedaron.Las cenizas son continuas transparencias de un ser que fue y el residuo del ser que todavía es, completamente. La puerta que nunca estuvo para auxiliarme, la puerta inexistente, la calle inexistente y las gradas que se quemaron para saber que temo escalar. Al pie de la ceniza estuve con bruma entre los párpados y quiero distinguir frases que acudieron en mi ayuda, pero una escena de Fuego comienza a desvanecerse y lo amado no está. Una franja separa el pasado y si es sólo pasado lo que amé entonces no amé nada. Me confundo con todas las decisiones, las salidas, los rumbos; y todas las confusiones ligadas al Fuego son cenizas.
V
Nada en la poesía -cada quien con su tortura- y en la poesía sólo hay luz para mentes alejadas de la Tierra, aparte de eso, sólo hay nada: el dolor en la nada es transparente. La nada es menos común que la realidad, es más firme que los mitos y las mentiras, para despejar desde su vertiente los farsantes faros del destino, para señalar el fango que es obra de la realidad, y el fango, unido a todo lo demás, se hace todo lo demás, se hace lo que no debía existir pero existió, se hace la palabra fango fuera del fango. Ahora estoy en la nada que existe, en la nada de la poesía que es como la palabra fango en la eternidad. Y la nada causa todas las preguntas de la muerte, cuando se demuestra su producto en el espejo.
VI
El retrato roto en el suelo y una mancha. Y una pelea entre vidrios en mis manos. El retrato roto y la pantalla rota de mi frente como punto de dolor. Un tragaluz tapado en mi cabeza, cortado en mi cabeza y una mancha indeleble pegada en mi recuerdo y una mancha de frío, constante. Un agujero posee el Tiempo entonces sé que el tiempo lo tengo y no importa cuándo sanarán mis manos. Las peleas apresan porque van congeladas en la palma y en la ventana se olvidan con el Sol. El recuerdo se controla como la voluntad de los ángeles y el retrato colapsa para permitirme existir desde una herida.
VII
El tren que me arrebatará de la ciudad es el fondo de una distancia oculta, el fondo de mi despedida, lo concreto más allá de lo abstracto. Y la ciudad que tiene rincones abstractos no parte conmigo, aunque compruebe lo contrario, aunque en cada pensamiento no me lleve este espejismo cercano al recuerdo corto. Todo es corto en la memoria y si vuelve, nada está igual: algo que me recuerde a la ciudad, algo que contradiga lo dicho, o la libertad que siempre quise encontrar en los bares o el contacto con la historia que nadie cree o el caso perdido de un poema. Me despido porque la lucidez contamina, porque escribo a tientas, porque el tren desaparece, porque el hasta siempre, de siempre, es una estafa conspirada por la cárcel.
POESÍA OCTAVIANA
(Octavio La Torre: veintiún años, optimista, mujeriego, huérfano).
Lady Chatterley
Si por los andenes de la ciudad cayera nieve
habría camino en las palabras y la villa,
camino inexacto entre la nieve y el refugio
de los amantes que somos.
Iría con un refrán al modo del que anda:
corazón seducido, cuerpo esclavo.
Te hallaría fumando en el cenáculo
con nóminas de humo entre tus gestos.
Y en ese secreto de encontrarte, Lady Chatterley,
me hablarías de un Clifford sin silueta,
sin su sombra siquiera en la pared.
Habría una canción de Serrat en el fondo del viento.
Creeríamos en lo angosto de los ojos
cuando culpamos al pecado,
cuando nuestros espíritus no retornan por sus carnes.
Si al encontrarte y sentir que no sueñas
confiaría en tus pasos hasta mí
y con otra canción de Serrat se iniciaría tu sueño
tan blando como la nieve a tus espaldas.
Así oscilaríamos los besos en la hora portentosa
dejando el rastro lejos de las calles,
lejos la vida normal esparcida en nuestros cuerpos
para tratar de completar lo incompletable.
.
Otra versión
Hacia Orión partió a medianoche
por los recodos del arroyo.
Caía la fe de una estrella en su cabeza.
Partió sospechando del canto de los búhos:
el sonido del peligro como predican los ancianos.
Apostó por los atajos de los náufragos corrientes
entre la hojarasca grismente enmarcada.
Se llenó los bolsillos de mendrugos y decía:
¡hambre de vencedores en cadena!
Huyó de los lobos entre la greda
y pasó de forastero entre la bruma.
Por el sendero hacia Orión le lastimaron las espinas,
que cedían su espacio, su profundidad,
y entre tanto aguijón husmeaba los caminos más cortos:
Beatriz podría por fin amarlo.
.
Autenticidad de la senda
Cuando todos los caminos conducían a tu alcoba
y las escaleras se dilataban
para no lograr emigrar de tu casa,
entonces regresaba
y no había una coartada fija entre nosotros.
Los puentes al exterior desaparecían.
Lograbas parecerte al infinito:
me demoraba tanto en soltarte
que podría haber un día entero
dentro de una noche entera.
Íbamos quedando en los sillones de tu alcoba,
en tu cama; por la salida más cercana al infinito
me detenía, cortando caminos en tu boca.
Había un tiempo donde amábamos nuestro Tiempo
ciegamente estáticos.