El trabajo fecundo de la poeta bonaerense, Erika Madrid, puede considerarse todo un descubrimiento para quien indaga por vez primera sobre el viso revelador de su arte. Sus versos, cargados de expresividad, nos transportan hacia un mundo de emociones intensas y una enfatizada conciencia a favor de la disciplina estética.
La literatura argentina ha constituido un baluarte importante para las letras hispanas en los últimos siglos. Esto se debe, en gran medida, a la preocupación de dicha sociedad por la formación humanística de sus habitantes y por un culteranismo innato heredado de su estirpe europea. Casos como Hernández, Lugones, Sábato, Borges, Cortázar, entre otros, corroboran la veracidad de tal afirmación.
Erika Madrid (Buenos Aires, 1977) es una digna exponente de toda esta tradición literaria. Poeta desde los 12 años, también fotógrafa y pintora en la actualidad, fue considerada por muchos en su país como “pequeño genio”, por la calidad y repercusión de sus versos. Ahora es toda una posibilidad –gran genio, a mi juicio– que debe ser posicionada y valorada, tanto como merece, para el enaltecimiento y prolongación de la vida de las letras argentinas e hispanoamericanas.
Pero no es tarea fácil convertirse en poeta, aun naciendo con notorias cualidades. Hay que saber explotar al máximo las virtudes estéticas. Erika Madrid ha sabido doblegar al monstruo de las banalidades, y se ha dedicado con afán a la conquista inminente de la esencia poética. Una locura para muchos, dado que la literatura es un oficio constantemente vilipendiado por ciertos estratos idiosincrásicos (a los cuales, por desgracia, pertenecen –entre otros– aquéllos responsables de impulsar las políticas educativas y culturales en nuestras respectivas naciones, salvo alguna excepción), aun con todo lo provechoso que le ha brindado al campo del saber y de las humanidades a través de los siglos. La literatura no da solvencia económica, pero brinda una riqueza espiritual contundente para quienes la realizan, leen o comentan. Es capaz de abrir nuevos horizontes gracias al poder de la imaginación, y es muchas veces un procedimiento catártico para evitar la implosión de las estructuras morales. Por consiguiente, la literatura humaniza. Aquél que no lee queda reducido a una elemental humanidad: sin criterios, sin valoraciones; y muchas veces, sin sentimientos.
Detengámonos, entonces, por un instante a evaluar la calidad de personas que está suscitando el mundo posmoderno, ya con las artes casi olvidadas y con una proliferación desmedida del consumo de lo poco reflexivo y grandemente frívolo. La obra de Erika Madrid, no hace sino devolver un estatus que parecía perdido en el campo de las letras. Una esperanza diáfana sobre las posibilidades de un mundo sensato y mejor.
El poeta y periodista connacional Pedro Escribano, comentó alguna vez sobre lo que yo asocio con el enorme daño que el consumismo puede ocasionarle a la literatura, entre otras artes, a propósito de las ventas copiosas de los libros actuales y de los premios literarios: “(…) no todo es resultado de una buena escritura, sino también hay bastante del manejo del mercado (…) Tarea de la crítica, separar el grano de la paja.”
A mi criterio, los grandes escritores, como Madrid, emergen casi siempre desapercibidos, entre la hostilidad e indiferencia de las élites que se arrogan la cualidad de rectores de las letras nacionales. En este punto la historia es sabia y nos ha provisto de numerosos ejemplos.
Entre la poesía y la vida
Dos estandartes poéticos, dos libros: “Ayer Buenos Aires” (2005) y “Mí” (2008) –contenido este último dentro del poemario “Olivo y Retórica”, conjuntamente publicado con el poeta español Luis Gómez–, son los referentes principales de Erika Madrid, sin dejar de mencionar los casi cien poemas individuales que están publicados en “La otra ciudad”, su blog personal. Así como también, es oportuno aludir su participación en diversas antologías físicas y virtuales de Latinoamérica. Sus blogs más difundidos son: http://www.madriderika.blogspot.com/, http://www.pinturaserikamadrid.blogspot.com/ y http://www.erikacmadrid.blogspot.com/, donde uno puede aproximarse, un poco más, a su trabajo literario y artístico. Erika Madrid forma parte del Grupo Literario SIGNOS.
Sobre sí misma ella comenta: “Soy una mujer bastante tranquila, positiva, aunque mi poesía no lo sea (risas)… Siempre me dicen que no parezco la mina que la escribe.”
Pero ¿cómo es la poesía de Erika Madrid? ¿Cuánto es que ha variado desde “Ayer Buenos Aires” hasta “Mí”? Según este análisis, he podido diferenciar dos aspectos primordiales, dos ejes fundamentales sobre los cuales se sostiene gran parte de su accionar creativo en ambos poemarios. El primero sería el eje de lo espontáneo y vivencial (forma): Madrid no tiene la pretensión de guardarse ni alterar nada al momento de ultimar su catarsis poética: “Acostúmbrate a mi boca abierta / y a que el mar entre en ella, / a mis manos apretando tu muslo, / a un cuerpo que sufre / y la cabeza sitúa como bandera. / Acostúmbrate, te ruego, / a más periodos no ordenados / de sueños legibles, / períodos de cama y ruido, / tiempos de podridas frutas.” (Acostúmbrate / “Mí”).
Dentro del mismo eje oscila un encanto dialectal recurrente al momento de expresarse (si la situación lo amerita) por medio de un lenguaje nativo (argentinismo y lunfardo): “Una llave. / El borde del vestido / de una gran damita porteña. / Un laburo a medias. / Un ojo / o dos. / La máscara de una hondonada / que de la nada tuvo rostro / para crear, soy. / El lunfardo inquieto y / desprolijo. / Una calle de Buenos Aires atada a la mano. / Arenapino. / El Mate. / Un che. / Acá no hay fondos, hermano, / no tengo otros / ni huecos ni fantasmas / y aunque no se crea / no soy, no tengo, / no pido y acá me excuso.” (Yo minita / “Ayer Buenos Aires”).
El segundo eje lo constituye la originalidad imaginativa ante la multiplicidad de conceptos (fondo), acompañados ambos ejes por una amplia cualidad estilística: medular para la consecución de emociones y del tan mencionado goce estético.
Este segundo eje nos revela a una poeta menos racional; mucho más intuitiva y tenaz. Si su poesía es, por ejemplo, amorosa, no necesariamente trata del amor logrado a cabalidad, o perpetuado por un afán cursi, estereotipado. Trata de un amor –en todo caso– creíble, más humanizado, con los vaivenes que este sentimiento conlleva: “De los insensatos el más capaz, / de los mortales el único mío. / ¡Ah, sí! Sumergime en vos, / destruye los brazos / que nerviosos a tus brazos se atan. / ¡Sí, sí, sí! ¡Sacudime el amor, / esta febril y torpe sensación / que se descompone y agrieta! / Sí, dañino. Sí, insensato. / Manipulame con el saber de esos pedidos / que caen sobre el asfalto y yo / recojo y amontono. / Mi pequeño niño insalubre, / mi lunfarda pasión desequilibrada. / De los maestros del amor, el aprendiz. / De todos los mortales, el único mío.” (Mortal / “Mí”).
¿Qué otros temas se pueden vislumbrar en la poética de Madrid? Sobre todo en su primer poemario, podemos encontrar el tópico existencial claramente establecido: “Sugiero el silencio, / pienso en blanco / como dando gracia en la desgracia, / soporto los chacales / que aunque hambrientos / vigilan vigorosos / con ansias de destrozarlo todo. / Andaría de seguro más feliz / si me ignorase. / Me exponen a esta cronología / ridícula a la cual pertenecer. / Me vuelvo como / el vidrio que habla, / como un algo que ya no existe.” (Sugiero / “Ayer Buenos Aires”).
E, incluso, apreciamos una poesía metatextual: “Tantas hojas de papel / acostadas sobre sí, / piadosas, obedientes, / en filas perfectas, / ordenando la sabiduría / de mis amados trovadores. / Tinte de la sangre supersticiosa. / Motor sádico para el Amor / enajenando una cabeza / que sabida o precoz / se sostiene en la lectura. / Delicia orgásmica / concentrada de / sugerentes imágenes / que sutil entra hasta modificar / al que se encuentra con el libro.” (Lecturas / “Ayer Buenos Aires”).
El caso de “Mí” es el de un poemario más intencional, más homogéneo en connotaciones personales.
Hay que precisar que los dos ejes se presentan siempre entrelazados, conformando una dicotomía poética, como el anverso y el reverso de una moneda.
Desde las entrañas del monstruo
La concepción de un poema es un proceso meticuloso y complejo –no obstante su habitual brevedad– dada su condición intimista y sensorial al momento de construir símbolos e ideas para producir emociones mucho más amplias que las contenidas en cada uno de los versos. Es por ello que la poesía suele ser el primer contacto (y a veces el único, por contundente y totalizador) entre un escritor y el mundo.
Erika Madrid nos enuncia: “Ando impaciente, soportando la revolución de mi incertidumbre, que solo se calma cuando los espantos se trazan sobre el blanco.”, refiriéndose a los lienzos. Pero esta figura es factible también de ser relacionada con la hoja en blanco, poco antes de la creación literaria. Incluso, a aquella obra que germina en el mundo bajo una consabida pericia demiúrgica.
Todo poeta (todo artista) es un ciudadano del mundo, sin colores ni banderas. Y su único deber es expresarse. No callar. El lenguaje literario ocupa los estratos más elevados en la clasificación de una lengua. No todas las personas tienen la capacidad de escribir; por eso es tan loable –y causa especial entusiasmo– el reconocimiento de escritores de primera línea como es el caso de la poeta de Buenos Aires.
La fecundidad de Erika Madrid es ejemplar y, por fortuna, indoblegable. No se deja seducir por aquellos pormenores fatuos, ni se encenaga entre menudencias serviles.
El auténtico bien (el único) que un escritor puede ostentar es, a criterio de muchos, la manifestación del afecto y el descubrimiento cálido del ser humano.
Siguiendo la estela clamorosa de los rapsodas eternos, considero que Erika Madrid es uno de los cuadros con mayor proyección y de mayor preeminencia en el ámbito de las letras hispanoamericanas del naciente siglo.
Selección de poemas de Erika Madrid:
Sensación
Ignoro las razones
de mis giros internos
que velan tales síntomas
o mi tristeza ha sido tanta y de continuo
que se ha transparentado entre
tiempo y tiempo,
entre heredad y cielo.
Piadosas sus desfiguraciones
para conmigo, arcana y
sellada melancolía.
Ya no estoy triste, me resisto
a creer en una absoluta
nación imaginaria
que gobierna hasta la mano
que traza sobre el blanco mis ánimos.
Qué casualidad ridícula,
fuera de mí están las preguntas
que me conmueven y hastían
tocándome por momentos
y separándose luego, descuajadas
de mis condominios.
Sé que partes de mí
han caído y muerto para
reflejar humildad a golpes,
ensoñación o cordura.
He de perder el diálogo por
un fervoroso silencio que no domino.
De: “Ayer Buenos Aires”
Ayer Buenos Aires
Tiranía púrpura,
sangre que se sujeta
a dientes en
callesdecallejones valientes
de teatro y represión
en una profunda melancolía
espesa donde van callando
los poetas al hablar.
Caminitos apretados,
donde el azul y el oro se anuncian
por momentos sobre la patria
y mis divagantes bosquejos.
Una fuente que se extiende
en lenguas y fullerías
con un vaivén de piehombre
sobre piernamujer
trabando y destrabando
exacto en el adoquín.
Y aún sobre Piadosos Aires,
en medio de todo, nada
lo extraño de un silbido
que dice siempre lo mismo
y callarlo de nada valdría.
Sabés lo que siento
y que no puedo echarelvistazo
ni apasionarme dentro
de este maldito círculo metafórico.
De: “Ayer Buenos Aires”
Tiempos
Tiempos de rotas caras,
de cerradas manos
simulando las ventanas
abiertas de ayer.
Me asombro, y no termina nunca
mi asombrada razón de seguir
sintiéndose rota,
esperando que sea mentira
toda la verdad estacionada
en la vereda de mi casa.
¡Yo, yo, yo!
Yo, yo, yo tenía
los sueños en rosa,
la casa quieta
y el mar hamacándose a mi espera.
¡Qué tiempos estos, Señor!
en los que creyendo que
caminaba me arrastro.
De: “Mí” / “Olivo y Retórica”
La ciudad derrumbada
Si alguien vio alguna vez
quebrarse Buenos Aires
esa tarde, esa tardenoche fui yo.
Sentada primero, parada luego
la imagen exacta detrás de tu cara
causó en la ciudad inquebrantable
que un amor de tierra
más tarde se lloviera.
La imagen imponente se desarmaba,
como trueno tu voz corría
en esa titánica y exacta belleza
de luces y colectivos agotados
de gente ya sin manos y sin piernas.
Y fui trueno y vos grito.
La cuidad, cementerio.
Fue quizás el capricho de esa magia
que no se encuentra, que envuelve dos cabezas,
que todo derrumba.
Fue quizás esa, la maldita fuerza.
De: “Mí” / “Olivo y Retórica”
Erika Madrid (Buenos Aires, 1977) es una digna exponente de toda esta tradición literaria. Poeta desde los 12 años, también fotógrafa y pintora en la actualidad, fue considerada por muchos en su país como “pequeño genio”, por la calidad y repercusión de sus versos. Ahora es toda una posibilidad –gran genio, a mi juicio– que debe ser posicionada y valorada, tanto como merece, para el enaltecimiento y prolongación de la vida de las letras argentinas e hispanoamericanas.
Pero no es tarea fácil convertirse en poeta, aun naciendo con notorias cualidades. Hay que saber explotar al máximo las virtudes estéticas. Erika Madrid ha sabido doblegar al monstruo de las banalidades, y se ha dedicado con afán a la conquista inminente de la esencia poética. Una locura para muchos, dado que la literatura es un oficio constantemente vilipendiado por ciertos estratos idiosincrásicos (a los cuales, por desgracia, pertenecen –entre otros– aquéllos responsables de impulsar las políticas educativas y culturales en nuestras respectivas naciones, salvo alguna excepción), aun con todo lo provechoso que le ha brindado al campo del saber y de las humanidades a través de los siglos. La literatura no da solvencia económica, pero brinda una riqueza espiritual contundente para quienes la realizan, leen o comentan. Es capaz de abrir nuevos horizontes gracias al poder de la imaginación, y es muchas veces un procedimiento catártico para evitar la implosión de las estructuras morales. Por consiguiente, la literatura humaniza. Aquél que no lee queda reducido a una elemental humanidad: sin criterios, sin valoraciones; y muchas veces, sin sentimientos.
Detengámonos, entonces, por un instante a evaluar la calidad de personas que está suscitando el mundo posmoderno, ya con las artes casi olvidadas y con una proliferación desmedida del consumo de lo poco reflexivo y grandemente frívolo. La obra de Erika Madrid, no hace sino devolver un estatus que parecía perdido en el campo de las letras. Una esperanza diáfana sobre las posibilidades de un mundo sensato y mejor.
El poeta y periodista connacional Pedro Escribano, comentó alguna vez sobre lo que yo asocio con el enorme daño que el consumismo puede ocasionarle a la literatura, entre otras artes, a propósito de las ventas copiosas de los libros actuales y de los premios literarios: “(…) no todo es resultado de una buena escritura, sino también hay bastante del manejo del mercado (…) Tarea de la crítica, separar el grano de la paja.”
A mi criterio, los grandes escritores, como Madrid, emergen casi siempre desapercibidos, entre la hostilidad e indiferencia de las élites que se arrogan la cualidad de rectores de las letras nacionales. En este punto la historia es sabia y nos ha provisto de numerosos ejemplos.
Entre la poesía y la vida
Dos estandartes poéticos, dos libros: “Ayer Buenos Aires” (2005) y “Mí” (2008) –contenido este último dentro del poemario “Olivo y Retórica”, conjuntamente publicado con el poeta español Luis Gómez–, son los referentes principales de Erika Madrid, sin dejar de mencionar los casi cien poemas individuales que están publicados en “La otra ciudad”, su blog personal. Así como también, es oportuno aludir su participación en diversas antologías físicas y virtuales de Latinoamérica. Sus blogs más difundidos son: http://www.madriderika.blogspot.com/, http://www.pinturaserikamadrid.blogspot.com/ y http://www.erikacmadrid.blogspot.com/, donde uno puede aproximarse, un poco más, a su trabajo literario y artístico. Erika Madrid forma parte del Grupo Literario SIGNOS.
Sobre sí misma ella comenta: “Soy una mujer bastante tranquila, positiva, aunque mi poesía no lo sea (risas)… Siempre me dicen que no parezco la mina que la escribe.”
Pero ¿cómo es la poesía de Erika Madrid? ¿Cuánto es que ha variado desde “Ayer Buenos Aires” hasta “Mí”? Según este análisis, he podido diferenciar dos aspectos primordiales, dos ejes fundamentales sobre los cuales se sostiene gran parte de su accionar creativo en ambos poemarios. El primero sería el eje de lo espontáneo y vivencial (forma): Madrid no tiene la pretensión de guardarse ni alterar nada al momento de ultimar su catarsis poética: “Acostúmbrate a mi boca abierta / y a que el mar entre en ella, / a mis manos apretando tu muslo, / a un cuerpo que sufre / y la cabeza sitúa como bandera. / Acostúmbrate, te ruego, / a más periodos no ordenados / de sueños legibles, / períodos de cama y ruido, / tiempos de podridas frutas.” (Acostúmbrate / “Mí”).
Dentro del mismo eje oscila un encanto dialectal recurrente al momento de expresarse (si la situación lo amerita) por medio de un lenguaje nativo (argentinismo y lunfardo): “Una llave. / El borde del vestido / de una gran damita porteña. / Un laburo a medias. / Un ojo / o dos. / La máscara de una hondonada / que de la nada tuvo rostro / para crear, soy. / El lunfardo inquieto y / desprolijo. / Una calle de Buenos Aires atada a la mano. / Arenapino. / El Mate. / Un che. / Acá no hay fondos, hermano, / no tengo otros / ni huecos ni fantasmas / y aunque no se crea / no soy, no tengo, / no pido y acá me excuso.” (Yo minita / “Ayer Buenos Aires”).
El segundo eje lo constituye la originalidad imaginativa ante la multiplicidad de conceptos (fondo), acompañados ambos ejes por una amplia cualidad estilística: medular para la consecución de emociones y del tan mencionado goce estético.
Este segundo eje nos revela a una poeta menos racional; mucho más intuitiva y tenaz. Si su poesía es, por ejemplo, amorosa, no necesariamente trata del amor logrado a cabalidad, o perpetuado por un afán cursi, estereotipado. Trata de un amor –en todo caso– creíble, más humanizado, con los vaivenes que este sentimiento conlleva: “De los insensatos el más capaz, / de los mortales el único mío. / ¡Ah, sí! Sumergime en vos, / destruye los brazos / que nerviosos a tus brazos se atan. / ¡Sí, sí, sí! ¡Sacudime el amor, / esta febril y torpe sensación / que se descompone y agrieta! / Sí, dañino. Sí, insensato. / Manipulame con el saber de esos pedidos / que caen sobre el asfalto y yo / recojo y amontono. / Mi pequeño niño insalubre, / mi lunfarda pasión desequilibrada. / De los maestros del amor, el aprendiz. / De todos los mortales, el único mío.” (Mortal / “Mí”).
¿Qué otros temas se pueden vislumbrar en la poética de Madrid? Sobre todo en su primer poemario, podemos encontrar el tópico existencial claramente establecido: “Sugiero el silencio, / pienso en blanco / como dando gracia en la desgracia, / soporto los chacales / que aunque hambrientos / vigilan vigorosos / con ansias de destrozarlo todo. / Andaría de seguro más feliz / si me ignorase. / Me exponen a esta cronología / ridícula a la cual pertenecer. / Me vuelvo como / el vidrio que habla, / como un algo que ya no existe.” (Sugiero / “Ayer Buenos Aires”).
E, incluso, apreciamos una poesía metatextual: “Tantas hojas de papel / acostadas sobre sí, / piadosas, obedientes, / en filas perfectas, / ordenando la sabiduría / de mis amados trovadores. / Tinte de la sangre supersticiosa. / Motor sádico para el Amor / enajenando una cabeza / que sabida o precoz / se sostiene en la lectura. / Delicia orgásmica / concentrada de / sugerentes imágenes / que sutil entra hasta modificar / al que se encuentra con el libro.” (Lecturas / “Ayer Buenos Aires”).
El caso de “Mí” es el de un poemario más intencional, más homogéneo en connotaciones personales.
Hay que precisar que los dos ejes se presentan siempre entrelazados, conformando una dicotomía poética, como el anverso y el reverso de una moneda.
Desde las entrañas del monstruo
La concepción de un poema es un proceso meticuloso y complejo –no obstante su habitual brevedad– dada su condición intimista y sensorial al momento de construir símbolos e ideas para producir emociones mucho más amplias que las contenidas en cada uno de los versos. Es por ello que la poesía suele ser el primer contacto (y a veces el único, por contundente y totalizador) entre un escritor y el mundo.
Erika Madrid nos enuncia: “Ando impaciente, soportando la revolución de mi incertidumbre, que solo se calma cuando los espantos se trazan sobre el blanco.”, refiriéndose a los lienzos. Pero esta figura es factible también de ser relacionada con la hoja en blanco, poco antes de la creación literaria. Incluso, a aquella obra que germina en el mundo bajo una consabida pericia demiúrgica.
Todo poeta (todo artista) es un ciudadano del mundo, sin colores ni banderas. Y su único deber es expresarse. No callar. El lenguaje literario ocupa los estratos más elevados en la clasificación de una lengua. No todas las personas tienen la capacidad de escribir; por eso es tan loable –y causa especial entusiasmo– el reconocimiento de escritores de primera línea como es el caso de la poeta de Buenos Aires.
La fecundidad de Erika Madrid es ejemplar y, por fortuna, indoblegable. No se deja seducir por aquellos pormenores fatuos, ni se encenaga entre menudencias serviles.
El auténtico bien (el único) que un escritor puede ostentar es, a criterio de muchos, la manifestación del afecto y el descubrimiento cálido del ser humano.
Siguiendo la estela clamorosa de los rapsodas eternos, considero que Erika Madrid es uno de los cuadros con mayor proyección y de mayor preeminencia en el ámbito de las letras hispanoamericanas del naciente siglo.
Selección de poemas de Erika Madrid:
Sensación
Ignoro las razones
de mis giros internos
que velan tales síntomas
o mi tristeza ha sido tanta y de continuo
que se ha transparentado entre
tiempo y tiempo,
entre heredad y cielo.
Piadosas sus desfiguraciones
para conmigo, arcana y
sellada melancolía.
Ya no estoy triste, me resisto
a creer en una absoluta
nación imaginaria
que gobierna hasta la mano
que traza sobre el blanco mis ánimos.
Qué casualidad ridícula,
fuera de mí están las preguntas
que me conmueven y hastían
tocándome por momentos
y separándose luego, descuajadas
de mis condominios.
Sé que partes de mí
han caído y muerto para
reflejar humildad a golpes,
ensoñación o cordura.
He de perder el diálogo por
un fervoroso silencio que no domino.
De: “Ayer Buenos Aires”
Ayer Buenos Aires
Tiranía púrpura,
sangre que se sujeta
a dientes en
callesdecallejones valientes
de teatro y represión
en una profunda melancolía
espesa donde van callando
los poetas al hablar.
Caminitos apretados,
donde el azul y el oro se anuncian
por momentos sobre la patria
y mis divagantes bosquejos.
Una fuente que se extiende
en lenguas y fullerías
con un vaivén de piehombre
sobre piernamujer
trabando y destrabando
exacto en el adoquín.
Y aún sobre Piadosos Aires,
en medio de todo, nada
lo extraño de un silbido
que dice siempre lo mismo
y callarlo de nada valdría.
Sabés lo que siento
y que no puedo echarelvistazo
ni apasionarme dentro
de este maldito círculo metafórico.
De: “Ayer Buenos Aires”
Tiempos
Tiempos de rotas caras,
de cerradas manos
simulando las ventanas
abiertas de ayer.
Me asombro, y no termina nunca
mi asombrada razón de seguir
sintiéndose rota,
esperando que sea mentira
toda la verdad estacionada
en la vereda de mi casa.
¡Yo, yo, yo!
Yo, yo, yo tenía
los sueños en rosa,
la casa quieta
y el mar hamacándose a mi espera.
¡Qué tiempos estos, Señor!
en los que creyendo que
caminaba me arrastro.
De: “Mí” / “Olivo y Retórica”
La ciudad derrumbada
Si alguien vio alguna vez
quebrarse Buenos Aires
esa tarde, esa tardenoche fui yo.
Sentada primero, parada luego
la imagen exacta detrás de tu cara
causó en la ciudad inquebrantable
que un amor de tierra
más tarde se lloviera.
La imagen imponente se desarmaba,
como trueno tu voz corría
en esa titánica y exacta belleza
de luces y colectivos agotados
de gente ya sin manos y sin piernas.
Y fui trueno y vos grito.
La cuidad, cementerio.
Fue quizás el capricho de esa magia
que no se encuentra, que envuelve dos cabezas,
que todo derrumba.
Fue quizás esa, la maldita fuerza.
De: “Mí” / “Olivo y Retórica”
2 comentarios:
Por favor, pueden decirme donde puedo comprar la antologóa DEMOLICIÓN DE LOS REINOS editada por Sol Negro?
Gracias
Richard Martinans Sotelo
Lima
uhmm... probablemente no puedas conseguirlo porque los de Sol Negro nunca entregaron los libros al Grupo.
Atte
Paner
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