A la estadounidense Lori Berenson -con nacionalidad peruana-, la condenaron a veinte años de encarcelamiento, por ser miembro logístico e intelectual del MRTA. Inicialmente, fue sentenciada a cadena perpetua; empero, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a causa de irregularidades conceptuales y procesales, recomendó un nuevo juicio. Hace poco ha sido liberada por haber cumplido tres cuartas partes de su pena. Lo que ha generado su liberación en la conducta de los vecinos de Miraflores, llama poderosamente la atención.
A nuestro entender, dentro de la compleja realidad humana, existen dos tipos de muertes (las dos, igualmente, crueles y que laceran, dejando terribles secuelas, el alma humana): La física y la moral-afectiva.
Los vecinos de Miraflores, no han reaccionado, de la misma manera, y en su debido momento, contra esos funestos políticos (especialmente fujimoristas, y, ahora, corruptos apristas) que institucionalizaron la corruptela, envilecieron la vida nacional, rapiñando las abundantes arcas del Estado, despojando las legítimas aspiraciones de desarrollo de una población, históricamente, decepcionada por elitistas y depredadoras castas dirigentes; dicho con otras palabras: Con aquéllos que mataron –sin ningún tipo de remordimientos- las voluntades nacionales; porque, como dice la psicóloga Carmen González: “La corrupción política es de todos los días, y casi siempre queda impune… Un disparo mata.
La impunidad mata lo mejor de nosotros: nuestra humanidad.” Porque, supongo, que dentro de los vecinos miraflorinos, también encontraremos políticos de semejante calaña. ¿Reaccionarán, de igual modo, cuando salga de la cárcel Vladimiro Montesinos Torres y resuelva él, con su amoral y celebrado descaro de siempre, residir en Miraflores? ¿Por qué no manifiestan análoga indignación, contra esos asesinos de la moral pública, protagonistas de los escandalosos faenones?
Por otro lado, también existen dos tipos de violencia (las dos, igualmente, crueles y que laceran, dejando terribles secuelas, el alma humana): La violencia directa (en sus modalidades: Física y psicológica) y la violencia indirecta (en sus modalidades: Estructural y cultural). Tenemos que aceptar que la sociedad peruana es en sí misma violenta, manifestándose esto en la deliberada exclusión de sectores que no son beneficiados por las actuales opulencias macroeconómicas: Orden de cosas sostenido y avalado por aquéllos que lo han usufructuado, para saciar sus codiciosos caprichos y extravagancias hedonistas; en desmedro de las necesidades primarias de aquéllos otros, invisibilizados ex profesamente.
Pero, finalmente, qué paradoja: Ahora, los vecinos miraflorinos con la intolerancia que están desplegando, aparte de violentar aún más nuestra patria a la que dicen amar flameando, con ridículo patriotismo, esas viriles banderas por las solidarias calles de Miraflores; encarnan, en su conducta, lo que nuestra mendicante patria tiene aún pendiente: La Verdad y la Reconciliación Nacional.
Ricardo Musse Carrasco.
Escritor.
Sullana, 29 de mayo 2 010.
A nuestro entender, dentro de la compleja realidad humana, existen dos tipos de muertes (las dos, igualmente, crueles y que laceran, dejando terribles secuelas, el alma humana): La física y la moral-afectiva.
Los vecinos de Miraflores, no han reaccionado, de la misma manera, y en su debido momento, contra esos funestos políticos (especialmente fujimoristas, y, ahora, corruptos apristas) que institucionalizaron la corruptela, envilecieron la vida nacional, rapiñando las abundantes arcas del Estado, despojando las legítimas aspiraciones de desarrollo de una población, históricamente, decepcionada por elitistas y depredadoras castas dirigentes; dicho con otras palabras: Con aquéllos que mataron –sin ningún tipo de remordimientos- las voluntades nacionales; porque, como dice la psicóloga Carmen González: “La corrupción política es de todos los días, y casi siempre queda impune… Un disparo mata.
La impunidad mata lo mejor de nosotros: nuestra humanidad.” Porque, supongo, que dentro de los vecinos miraflorinos, también encontraremos políticos de semejante calaña. ¿Reaccionarán, de igual modo, cuando salga de la cárcel Vladimiro Montesinos Torres y resuelva él, con su amoral y celebrado descaro de siempre, residir en Miraflores? ¿Por qué no manifiestan análoga indignación, contra esos asesinos de la moral pública, protagonistas de los escandalosos faenones?
Por otro lado, también existen dos tipos de violencia (las dos, igualmente, crueles y que laceran, dejando terribles secuelas, el alma humana): La violencia directa (en sus modalidades: Física y psicológica) y la violencia indirecta (en sus modalidades: Estructural y cultural). Tenemos que aceptar que la sociedad peruana es en sí misma violenta, manifestándose esto en la deliberada exclusión de sectores que no son beneficiados por las actuales opulencias macroeconómicas: Orden de cosas sostenido y avalado por aquéllos que lo han usufructuado, para saciar sus codiciosos caprichos y extravagancias hedonistas; en desmedro de las necesidades primarias de aquéllos otros, invisibilizados ex profesamente.
Pero, finalmente, qué paradoja: Ahora, los vecinos miraflorinos con la intolerancia que están desplegando, aparte de violentar aún más nuestra patria a la que dicen amar flameando, con ridículo patriotismo, esas viriles banderas por las solidarias calles de Miraflores; encarnan, en su conducta, lo que nuestra mendicante patria tiene aún pendiente: La Verdad y la Reconciliación Nacional.
Ricardo Musse Carrasco.
Escritor.
Sullana, 29 de mayo 2 010.
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