Carlos Bancayán Llontop*
En noviembre del año pasado tuvo lugar la presentación de Signos, poemario que reúne la producción primigenia de cuatro jóvenes que integran el grupo literario homónimo. Aunque ninguno de ellos es chiclayano nativo, residen en la ciudad y los une el definido anhelo de vibrar y perseverar en el hermoso aunque exigente oficio de la palabra poética.
La Absolución de la noche de JOSÉ ABAD ASCURRA, se abre con el poema Confidencias, en el cual el joven vate nos recuerda la omnipresencia de esa dimensión ominosa, la muerte, la cual se presenta cual “el ojo que te espía esta noche/ agazapado tras la puerta”; es decir: amenazadora y encubierta, “sonriendo entre dientes”, pues se sabe inexorable. Mas detrás de ella existe sin duda otra realidad mayúscula que Abad presiente y avizora: “La horrenda muerte no sospecha/ que también a ella/ otro ojo la espía”.
Una inusual profundidad -pese a su juventud cronológica- caracteriza el poetizar de José Antonio. Si la lucidez tiene por fuerza que ser pesimista, en ello encontramos la clave de su numen: “Nos espera otra caverna detrás de los párpados./ Despertar es descubrir que no había luz”.
CROMWELL PIERRE CASTILLO denomina a su participación Voces paralelas contra lo seco. En un extenso poema de diez estrofas recurre al agua (“su disposición adquiere la forma de mi lenguaje,/ su aspecto se hace universal desde mi boca”) para representar con sus cualidades de variabilidad y fluidez la misteriosidad (valga el neologismo) y persistencia de su discurrir poético.
Campea la subjetividad, donde el vate rebulle pletórico de metáforas, interrogantes y presentimientos. Buena prueba de ello son sus poemas Acecho, Sucesión y Resonancia. Empero, su búsqueda y enconada entrega al oficio lo llevan a querer elevarse y trascender aún dentro de su prisión: “Todo vuelo que me hace conjugarte/ me lleva a tierras más lejanas que la tuya/ …/ Y yo que también soy ave/ tengo una jaula dentro de mí”.
La rica vida interior de RONALD CALLE CÓRDOVA fluye a través de sus versos. Algunos de sus textos rozan esa “poesía del desencanto” que dijera un escritor mayor refiriéndose a lo transido de muchas voces jóvenes; mas este cariz alcanza en Ronald una inusual intensidad preñada de lirismo: “Vienes gritando fuego hay en el polvo,/ polvo hay en el fuego./ Y sigues acrecentando tu deuda,/ en tu vana búsqueda/ de palomas blancas sobre el olivo”.
Sus mejores logros aparecen cuando ensaya la sugerencia (Errante, Búsqueda). En varios poemas es la condición humana -más bien trágica- la que mueve su sentir: “Llueve a cántaros y su sed no se moja/ más que del rescoldo contraído de su vientre,/ su sed no alcanza,/ menos gusta del maná/ en el desierto humano de su éxodo”.
En noviembre del año pasado tuvo lugar la presentación de Signos, poemario que reúne la producción primigenia de cuatro jóvenes que integran el grupo literario homónimo. Aunque ninguno de ellos es chiclayano nativo, residen en la ciudad y los une el definido anhelo de vibrar y perseverar en el hermoso aunque exigente oficio de la palabra poética.
La Absolución de la noche de JOSÉ ABAD ASCURRA, se abre con el poema Confidencias, en el cual el joven vate nos recuerda la omnipresencia de esa dimensión ominosa, la muerte, la cual se presenta cual “el ojo que te espía esta noche/ agazapado tras la puerta”; es decir: amenazadora y encubierta, “sonriendo entre dientes”, pues se sabe inexorable. Mas detrás de ella existe sin duda otra realidad mayúscula que Abad presiente y avizora: “La horrenda muerte no sospecha/ que también a ella/ otro ojo la espía”.
Una inusual profundidad -pese a su juventud cronológica- caracteriza el poetizar de José Antonio. Si la lucidez tiene por fuerza que ser pesimista, en ello encontramos la clave de su numen: “Nos espera otra caverna detrás de los párpados./ Despertar es descubrir que no había luz”.
CROMWELL PIERRE CASTILLO denomina a su participación Voces paralelas contra lo seco. En un extenso poema de diez estrofas recurre al agua (“su disposición adquiere la forma de mi lenguaje,/ su aspecto se hace universal desde mi boca”) para representar con sus cualidades de variabilidad y fluidez la misteriosidad (valga el neologismo) y persistencia de su discurrir poético.
Campea la subjetividad, donde el vate rebulle pletórico de metáforas, interrogantes y presentimientos. Buena prueba de ello son sus poemas Acecho, Sucesión y Resonancia. Empero, su búsqueda y enconada entrega al oficio lo llevan a querer elevarse y trascender aún dentro de su prisión: “Todo vuelo que me hace conjugarte/ me lleva a tierras más lejanas que la tuya/ …/ Y yo que también soy ave/ tengo una jaula dentro de mí”.
La rica vida interior de RONALD CALLE CÓRDOVA fluye a través de sus versos. Algunos de sus textos rozan esa “poesía del desencanto” que dijera un escritor mayor refiriéndose a lo transido de muchas voces jóvenes; mas este cariz alcanza en Ronald una inusual intensidad preñada de lirismo: “Vienes gritando fuego hay en el polvo,/ polvo hay en el fuego./ Y sigues acrecentando tu deuda,/ en tu vana búsqueda/ de palomas blancas sobre el olivo”.
Sus mejores logros aparecen cuando ensaya la sugerencia (Errante, Búsqueda). En varios poemas es la condición humana -más bien trágica- la que mueve su sentir: “Llueve a cántaros y su sed no se moja/ más que del rescoldo contraído de su vientre,/ su sed no alcanza,/ menos gusta del maná/ en el desierto humano de su éxodo”.
CÉSAR BOYD BRENIS, el más versátil del cuarteto, escribe tomando pie en tres personajes de su predilección: Renato Rivadavia, Leonardo Leonardi y Octavio La Torre. En su poesía rivadaviana, urdiendo sobre las míticas figuras de Romeo y Julieta, Boyd efectúa una indagación metafórica acerca del amor pero no meramente romántico sino existencial, con demasiada frecuencia extraviado y sin respuestas: “Persiste el enigma de las coexistencias,/ la sutil pregunta del amor desordenado:/ Se ausenta el limbo de los sueños./ Despierta un relámpago fijado en una apariencia/ entre pistas inhóspitas y lo amorfo”.
Poesía lonardiana es un buen logro de prosa poética y en Lady Chatterley, César muestra un fluido desenfado cuando canta a la protagonista de la famosa novela: “Y en ese secreto de encontrarte, Lady Chatterley,/ habría una canción de Serrat en el fondo del viento./ Creeríamos en lo angosto de los ojos/ cuando nuestros espíritus no retornan por sus carnes”.
Todos los vates de Signos han obtenido ya diferentes premios y reconocimientos, y siempre
están llanos a hacerse presente en los auditorios que los solicitan, de la ciudad y la región.
La poesía contenida en su libro es excelente perspectiva de que, con estudio y persistencia de por medio, ellos son una tangible promesa para el futuro de la poesía lambayecana.
Publicado en la Revista Cultural "Ahora y Siempre"
Edición Nº 25. Abril – Julio 2008.
*Poeta. Escritor.
Poesía lonardiana es un buen logro de prosa poética y en Lady Chatterley, César muestra un fluido desenfado cuando canta a la protagonista de la famosa novela: “Y en ese secreto de encontrarte, Lady Chatterley,/ habría una canción de Serrat en el fondo del viento./ Creeríamos en lo angosto de los ojos/ cuando nuestros espíritus no retornan por sus carnes”.
Todos los vates de Signos han obtenido ya diferentes premios y reconocimientos, y siempre
están llanos a hacerse presente en los auditorios que los solicitan, de la ciudad y la región.
La poesía contenida en su libro es excelente perspectiva de que, con estudio y persistencia de por medio, ellos son una tangible promesa para el futuro de la poesía lambayecana.
Publicado en la Revista Cultural "Ahora y Siempre"
Edición Nº 25. Abril – Julio 2008.
*Poeta. Escritor.
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