martes, 1 de febrero de 2011

“Epígonos de una estética literaria de cambio” – Por: Harold Castillo


El 18 de setiembre del año 2010 quedará grabado en el recuerdo de las personas vinculadas al quehacer literario lambayecano, pues fue en el seno de dicha colectividad donde convergimos los doce flamantes miembros del remozado grupo SIGNOS para nuestra presentación. Pese a la ausencia física de tres de nuestros integrantes (por motivos de distancia y de tiempo), se contó con su presencia espiritual, con su apoyo moral e ideológico mediante sus escritos y poemas.

El objetivo era darnos a conocer ante la sociedad como un grupo serio y de ideales maduros con respecto al presente y al futuro de las letras en cada una de las regiones y/o países a los que pertenecemos. Ahora que todo es silencio y pasividad entre los intelectuales jóvenes, cabe destacar el tenor de nuestra propuesta; ya que, en síntesis, abogamos por una renovación trascendental de los procesos literarios en nuestras naciones. Después de las Vanguardias y del Boom Latinoamericano, han existido muy pocos fenómenos destacables en el mundo de las letras; como si la literatura hubiese entrado en un periodo de senectud. En suma, el sistema consumista y frívolo de los últimos quince años se ha venido ocupando de sepultar aspectos tan trascendentales para el desarrollo del hombre, como son: los valores, la educación, las ideologías, el dominio del idioma, el interés por la lectura (literaria o científica), el valor por la vida, la cultura, etc.

Hemos perdido la brújula, y estamos navegando sin rumbo, viviendo una existencia opaca y conformista. Las nuevas tecnologías nos han hecho la vida fácil. El sistema nos ha contentado con novedades que colman nuestras expectativas, dejando de lado nuestra propia humanidad. Las políticas de Estado (sobre todo en educación y desarrollo), no se ocupan ahora de formar a los nuevos ciudadanos (los que serán padres en el futuro) para asumir con responsabilidad el manejo de lo bueno que nos proporciona la modernidad y los avances científicos y tecnológicos.

Es importante, por ello, que luchemos por preservar las condiciones básicas que necesitamos para que la vida tenga una direccionalidad consecuente. Nosotros, como grupo literario, tenemos, pues, el afán de proyectarnos incluso mucho más allá de lo meramente estético. La literatura también es un producto social, y su proceso se lleva a cabo en sociedad.

Lo que más se puede resaltar, por tanto, de nuestra noche de presentación, es el hecho de haber constituido una unidad llamada SIGNOS. Cuando la historia nos quiere contradecir y se empeña en hacernos ver como un error estadístico. Ya que en las últimas décadas, en Latinoamérica, no han surgido paradigmas dedicados a la integración literaria para la conformación de colectivos de acción. Un grupo literario no es (o al menos, no debería ser) un simple círculo juvenil de lectura.

Esto último puede resultar un hecho simplemente anecdótico, de juventud. Pero más allá de la experiencia, qué nos queda. Cuando no hay ideales u objetivos en común, cuando generacionalmente no somos capaces de responder a las expectativas de nuestra propia sociedad.

Ahora SIGNOS no es sólo un grupo literario interregional (Lambayeque, Piura, Cajamarca, San Martín y Lima). Ahora SIGNOS es también un grupo literario internacional (Perú, México y Argentina), y tenemos una responsabilidad mayúscula de cara a la revolución literaria y humanista, y los dogmas que queremos masificar a lo largo de la naciente década.

No hay comentarios: