jueves, 8 de mayo de 2008

Los cuatro SIGNOS en la poesía lambayecana


Nicolás Hidrogo Navarro*


El surgimiento de un grupo o círculo literario es un signo que más de dos personas se han puesto de acuerdo en ir más allá de las individualidades. Un grupo tiene una propuesta más o menos integrada y que comparten ideales estéticos-filosóficos, conservando su identidad y que en nombre de la literatura pueden trazar una ruta por entre las olas borrascosas del mar, por entre el ojo de un vendaval o entre las cumbres peñascosas de las marismas terrestres.

La imagen externa que se tiene del “Grupo Signos”, nacido en las aulas universitarias de la UNPRG-Lambayeque, es que “es un grupo serio, formalito y compacto, parecen los cuatro cuervos del Liverpool, en poesía”. Y es que en los últimos 20 años, surgieron grupos literarios en la región Lambayeque, hoy extinguidos como tal, como “Arboleda”, “Argos”, “NIXA”, “Ubicuos Malditos”, “Javier Heraud”, del cual sólo sobreviven fragmentos aislados e individualizados, mimetizados en nuevas denominaciones.

“Signos” representa la voz plural de una poesía joven, racional, madura, pensada y sustentada en su discurso complementado de argumentos estéticos-literarios de sus autores y una direccionalidad cuatriuno.
Este nuevo texto que abre los fuegos literarios en los 2000, de la nueva poesía joven es cuatro voces en uno y va desde el neosurrealismo de José Abad, pasando por el existencialismo poético de Cromwell Castillo, la poesía vallejiana de Ronald Calle; hasta desatar todas sus implosiones metafóricas, metapoéticas y metafísicas de la prosa poética de César Boyd.

Hay en Boyd un vuelo ebrio de fuegos roturados que transitan por el filo del vórtice literario; en Calle, un humanismo sufriente de destellos sartreanos en un cáliz de besos del Hombre de Santiago de Chuco; en Castillo, una tensión neuronal que marca su huella neuronal; y, en Abad, una cosificación doctrinal y espectral de los espejos borgeanos.

Espiritualidad, eufonía, esteticidad, alegorización y simbolismo, son los cinco troncos que sostienen toda la estructura conceptual de esta pléyade de jóvenes que roturan la poética hasta dejarle verles el tajo supremo y lastimero –metamorfoseado en hidalguía lírica- que en el arte poético se es poeta o simplemente se es un simple versero que articula y artificia poemas sin alma, soso y sin sentido.

Siempre habrá un antes y después de un libro, siempre habrá un antes y después de un círculo, siempre habrá un antes y después de un poeta, un libro, un poema, una lectura. La charlita, la alucinada y las mil y un reuniones sin sentido, pasan. El papel escrito y el libro ruleteando por aquí y por allá, queda. Eres poeta desde tu adentro aunque no publiques un sólo verso: pero te empiezas a hacerte cuando publicas y enajenas tu texto. La poesía es esa fragua que llevas por dentro y de cuando en cuando la atormentas hasta más-turbarlas, para muy eufóricamente decirles ¡chillen, palabras! Signos, hacedores de pasiones: no existe puerta, todo está libre, en calma y contrito, pueblen el éter a punta de versos profanos.

Publicado en el Diario “La industria”
Lambayeque, octubre 18 de 2007.

*Escritor. Docente. Promotor Cultural.

No hay comentarios: